miércoles, 6 de mayo de 2009

UN MÚSICO CENTENARIO

UN MÚSICO CENTENARIO
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2009-05-04.
Sucedió en Santiago de las Vegas, un poblado al sur de la capital cubana por el año 1924, el encuentro entre el poeta Gabriel Gravier con el quinceañero Rodrigo Prats Llorens en casa de los tíos Reyneri del joven violinista.
Dicen que el joven Gravier, poeta enamorado de su musa, una espléndida cubana con rasgos de francesa además, compuso un poema para ella titulado Una rosa de Francia. A Rodrigo Prats le gustaron los versos y halló en ellos suficiente inspiración para añadirles la música que convertiría a la criolla bolero en uno de los clásicos de la cancionística cubana.
Prats Llorens nacido en Sagua la Grande en febrero del 1909. Hijo de un director de orquesta y bandas, estudió violín, piano, armonía y composición y terminó su formación musical en el Conservatorio Iranzo en La Habana.
Durante su larga vida profesional, tocó en cines y en agrupaciones de música popular, dirigió orquestas teatrales, sinfónicas, fundó compañías líricas, impartió clases. Sin embargo, el más grande aporte a la cultura musical cubana fueron sus canciones, boleros, criollas, pregones y las inolvidables zarzuelas.
Prats fue uno de los maestros de la zarzuela cubana - junto a Lecuona y Roig- en la temporada lírica más larga y fructífera de canto lírico que se haya visto en Cuba. Durante ella, Prats, compositor fecundo, estrenó las imprescindibles Amalia Batista y María Belén Chacón. También puso en la escena, El Desfile, El Pirata, Guamá, La Danza de las guatacas, La Perla del Caribe, Locura, La Peligrosa y los sainetes Soledad, La Habana que vuelve y El Bravo.
No obstante, el aniversario de los cien años de Rodrigo Prats pasó sin eventos relevantes que resaltaran la importancia del músico y compositor entre los grandes de la música en Cuba. Ni espectáculos teatrales, ni emisiones de su música por la televisión por ninguno de los cinco canales. Acaso, algunas funciones de Amalia Batista un fin de semana por la compañía del teatro lírico, pero sin mucha publicidad.
Prats Llorens perteneció a una pléyade de compositores que vivieron y convirtieron en dorada esa época del arte en Cuba. La Habana era durante los primeros 50 años del siglo XX una plaza teatral importante en el hemisferio occidental. Algo que el gobierno cubano actual se empeña en borrar de la memoria histórica. FIN. LG/09.

Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2009-05-04.
Sucedió en Santiago de las Vegas, un poblado al sur de la capital cubana por el año 1924, el encuentro entre el poeta Gabriel Gravier con el quinceañero Rodrigo Prats Llorens en casa de los tíos Reyneri del joven violinista.
Dicen que el joven Gravier, poeta enamorado de su musa, una espléndida cubana con rasgos de francesa además, compuso un poema para ella titulado Una rosa de Francia. A Rodrigo Prats le gustaron los versos y halló en ellos suficiente inspiración para añadirles la música que convertiría a la criolla bolero en uno de los clásicos de la cancionística cubana.
Prats Llorens nacido en Sagua la Grande en febrero del 1909. Hijo de un director de orquesta y bandas, estudió violín, piano, armonía y composición y terminó su formación musical en el Conservatorio Iranzo en La Habana.
Durante su larga vida profesional, tocó en cines y en agrupaciones de música popular, dirigió orquestas teatrales, sinfónicas, fundó compañías líricas, impartió clases. Sin embargo, el más grande aporte a la cultura musical cubana fueron sus canciones, boleros, criollas, pregones y las inolvidables zarzuelas.
Prats fue uno de los maestros de la zarzuela cubana - junto a Lecuona y Roig- en la temporada lírica más larga y fructífera de canto lírico que se haya visto en Cuba. Durante ella, Prats, compositor fecundo, estrenó las imprescindibles Amalia Batista y María Belén Chacón. También puso en la escena, El Desfile, El Pirata, Guamá, La Danza de las guatacas, La Perla del Caribe, Locura, La Peligrosa y los sainetes Soledad, La Habana que vuelve y El Bravo.
No obstante, el aniversario de los cien años de Rodrigo Prats pasó sin eventos relevantes que resaltaran la importancia del músico y compositor entre los grandes de la música en Cuba. Ni espectáculos teatrales, ni emisiones de su música por la televisión por ninguno de los cinco canales. Acaso, algunas funciones de Amalia Batista un fin de semana por la compañía del teatro lírico, pero sin mucha publicidad.
Prats Llorens perteneció a una pléyade de compositores que vivieron y convirtieron en dorada esa época del arte en Cuba. La Habana era durante los primeros 50 años del siglo XX una plaza teatral importante en el hemisferio occidental. Algo que el gobierno cubano actual se empeña en borrar de la memoria histórica. FIN. LG/09.