lunes, 25 de octubre de 2010

LOS MITOS CULTURALES Y LOS RELATOS DE IDENTIDAD

LOS MITOS CULTURALES Y LOS RELATOS DE IDENTIDAD
Por Lucas Garve.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial lo designó como la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial escrita desde el 1902 hasta hoy y pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, es la conspiración de Aponte. En 1818, José Antonio Aponte Ulabarra junto a otros integrantes del Batallón de Morenos intervinieron en una conjura que tuvo ramificaciones en Trinidad y Puerto Príncipe (Camagüey). Esta conspiración implicaba la participación de elementos libres en su mayoría, pero además esclavos.
Una conspiración que es relevante en la Historia de Cuba por la amplitud de sus conexiones establecidas sobre la base de redes de sociabilidad como cabildos, cofradías, grupos gremiales (pues en el caso de Aponte era carpintero y formaba parte del Batallón de Morenos) redes familiares y redes de afinidad familiar.
Pero más interesante aún es que estos miembros del citado Batallón poseían un imaginario o relato conformado por los Batallones de Tropas Negras Auxiliares que habían intervenido en campañas en Haití y La Florida. Tan es así que entre los documentos y objetos ocupados a Aponte anotaron un libro con imágenes que reflejaban una especie de linaje cuyo propósito inmediato no podría ser otro que el de recrear, legitimar y transmitir un relato que sirviera de base a la construcción de un imaginario concreto que restituyera a negros y mestizos su identidad.
Inexplicablemente, este libro, documento esencial para entender y extender el alcance de la postura de José Antonio Aponte, nunca ha aparecido y solamente se cuenta con las descripciones transcritas en las copias de los interrogatorios de J A Aponte, quien las detalló cuidadosamente. (Ref. María del Carmen Barcia, Los Ilustres Apellidos: Los negros en La Habana Colonial. Sección Notas # 234, pág. 323. Colección Raíces. Ediciones Boloña. Publicaciones de la Oficina del historiador de La Habana, 2009).
Vale la ocasión para destacar las relaciones establecidas con el proceso sucedido en Haití como elemento de reforzamiento del prestigio de la raza negra. Es preciso señalar asimismo los deseos de ascensión social de los individuos pertenecientes a este grupo de descendencias de origen africano, directas o nacidas en Cuba, criollos. Las vías con que contaron fueron las únicas dos que la época les ofrecía: la religión y la militar. A pesar que estos Batallones de negros y mestizos obedecieron las órdenes de sus superiores, en su interior no dejó de surgir el sentido de la libertad e independencia.
Las cofradías religiosas fueran católicas o de tradición africana, así como la incorporación a Batallones militares y a asociaciones secretas como los juegos abakuá aportan relaciones de confiabilidad y solidaridad que no han merecido la atención requerida por su importancia en la formación de la idiosincrasia del cubano. No menos desdeñables es la participación de estos individuos en sociedades como las masónicas.
A partir de 1880, se desarrolló un amplio proceso de transformación de la sociedad colonial cubana en pos de la culminación en una sociedad de consumo. Las asociaciones civiles tuvieron un enorme crecimiento.
Profundas fueron las redes de sociabilidad de todo tipo surgidas a partir de los años 80 del siglo XIX, las que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX. Los Casinos Españoles de la Raza de Color aparecieron en los años 80 del siglo XIX como una forma de hacer clientelismo y manipular a la población negra en apoyo a la Metrópoli española. Mientras grupos de población negra y mestiza pertenecientes a las capas populares se organizaron en asociaciones caracterizadas principalmente por estar orientadas hacia la instrucción y al recreo.
También se desconoce hoy que esas sociedades tuvieron ramificaciones entre los emigrados. Asociaciones de ese tipo surgieron y agruparon a numerosos miembros en Cayo Hueso, Tampa y Nueva York, núcleos importantes de cubanos en los EEUU.
Es curioso que algunas de estas asociaciones como es el caso del Centro de Cocheros mantenía escuelas para niños negros, mestizos y blancos de familias de capas populares, aunque la mayoría de sus integrantes fueran negros y mestizos. Lo que revela que los lazos de sociabilidad se formaban en torno a la situación socio - económica más bien antes que por grupos de descendencia.
Las sociedades de negros y mestizos alcanzaron en 1887 un nuevo impulso, trece de estas agrupaciones se reunieron para formar el Directorio Central de Sociedades de Color registrado oficialmente en 1888 bajo la presidencia de Santiago Pérez y Juan Gualberto Gómez como presidente honorario.
Las principales sociedades económicas de negros y mestizos, con menos recursos que sus similares españolas, ofrecieron servicios de salud en centros de salud y farmacias mantenidas hasta el siglo XX. Figuras destacadas en esta acción fueron el Dr. Delgado Jorrín, director de la clínica del Centro de Cocheros y la Dra. María Latapier de Céspedes, farmacéutica a cargo de la farmacia de la sociedad Unión Fraternal.
Entre las de extensa historia está Unión Fraternal, fundada en 1885, con una vida prolongada hasta bien entrado el siglo XX, además contó con un Centro de Enseñanza, servicios médicos y farmacéuticos y clases nocturnas para adultos. En las dos primeras décadas del siglo XX las élites negras y mestizas se agruparon en Le Printemps, La Sociedad de Amigos del Vals, Círculo Progresista y la Sociedad de Estudios Científicos y Literarios.
En 1917, personalidades de las élites negras fundaron el Club Atenas, el 32% de sus miembros eran profesionales, 19% industriales y comerciantes, propietarios y ya en los años 50 funcionaba como un grupo de presión social. Estas sociedades estuvieron activas hasta el 1960.
Desde finales del siglo XIX hasta los 40 del siglo XX, estas sociedades contaron con de medios de prensa llegando a tener 37 periódicos y revistas, sin contar los boletines y folletos de las sociedades de todas las provincias. Los que sirvieron para divulgar ideas de progreso, educación e instrucción a miembros de ambos géneros de este grupo de descendencia.
Hubo un sinnúmero de personalidades negras y mestizas relevantes en la educación y las Bellas Artes, la Música, la Prensa. Destaco el caso de Antonio Medina, maestro y formador de juventudes al decir de hoy, al ser comparado con José de la Luz y Caballero. También fue redactor del Faro Industrial entre 1840 y1842. Fundó el colegio Nuestra Señora de los Desamparados, donde dispensó la enseñanza más avanzada a negros y mestizos, que después jugaron un papel destacado en Cuba, el más relevante fue Juan Gualberto Gómez que fue profesor en ese centro.
Hubo mujeres negras destacadas incluso en la prensa al ocupar un lugar relevante en periódicos y revistas, Úrsula Coimbra de Valverde, Cristina Ayala, Carmelina Sarracent, Salie Derosme. Mujeres negras que demostraron el valor intelectual de las de su grupo de descendencia al seguir las huellas de las matronas y reinas de los cabildos o de otras como Úrsula Lambert.
Es la ocasión ejemplar para destacar la personalidad de esta mujer haitiana que vivió en Cuba, la que se convirtió en protagonista de una película reciente en la que solamente destacan su relación amorosa dependiente del amor de un hacendado europeo blanco y no como mujer negra libre e industriosa que al morir dejó un cuantioso legado testamentario, incluso como acreedora de su propio cónyuge.
Estudiosos, investigadores e historiadores cubanos han profundizado en sus obras en el tejido social y civil del sector negro y mestizo, esclavos y libre y criollos, pero los han encerrado en fondos de bibliotecas y quedaron para el conocimiento y estudio de especialistas sin divulgación suficiente entre el público en general.
En los libros de texto de Historia de Cuba estos relatos no han tenido espacio. Generaciones de cubanos han aprendido una Historia parcializada e incompleta. De esta forma, se oculta la memoria histórica de este componente imprescindible para la formación de una Nación cubana.
También, poco interés aparte de la notación y datación simples, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Los cabildos, asociaciones étnicas o por grupos de descendencia, grupos gremiales, lazos inter - familiares, lazos de relación a partir de etnias, vinculaciones de tipo religioso mediante las familias religiosas a un padrino o un babalawo sirvieron su espacio para establecer redes de confianza, solidaridad y de apoyo financiero mediante préstamos, legados, herencias.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores. A partir de estudios socio culturales basados en teorías euro centristas unas, otras surgidas en medios científicos y universitarios de América del Norte, pero ajenas a nuestra particular identidad cultural.
Es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios revisados con una mirada identitaria propia o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes para una épica nacional, embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política o una copia de otros de diferentes latitudes.
Una clase política liderada por hombres blancos, guerreros en su mayoría, heterosexuales, transmisores de una hegemonía que se reproducía desde siglos anteriores y legó sus valores a las generaciones posteriores al 1902.
Hay aún preguntas por replantearse en el sentido de una actualización de este fenómeno socio – político – cultural – territorial. ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible heredado y formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una configuración ideo-política sobre el espacio geográfico físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” o archipiélagos sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica, la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico cultural existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, los cantos rituales y bailes de la tradición yoruba, el ballet clásico y el flamenco, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
¿Quedan las representaciones concreto-sensibles reflejadas en las Artes en Cuba como un muestrario del producto de una “Alta Cultura elitista y blanca”, la cual ya en los primeros decenios del siglo pasado dio muestras claras de agotamiento junto con un anexo donde caben las llamadas expresiones populares de una cultura de resistencia o el conjunto de experiencias vitales de negros, mestizos y blancos cada uno por su lado?
El relato de la Nación cubana por construir nuevamente no puede rescribirse sin anotar por su relevancia el reconocimiento de los grupos de descendencia africana, necesitado de reconocerse a sí mismos, descubrir y reincorporar un imaginario que no sea solamente un catálogo de imágenes religiosas y poses pintorescas a la manera de Landaluze, sino reconocer la identidad en toda su dimensión que les ha sido escamoteada, escondida, relegada, desvalorizada.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima. Simplemente, porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación y la integración de ellos con otros actores insertos en redes de sociabilización dentro de sus comunidades. Son una especie de pastiches con que nos han querido confundir para que no descubramos nuestros propios valores.
La revisión de los mitos culturales que conforman un relato de la Nación deberá servir para actualizar una Modernidad – Otra diferente de la que nos legaron mediante un proceso que convirtió a Cuba en una sociedad de consumo primero y luego 60 años más tarde la redujeron a la quiebra material y espiritual que experimentamos hoy en día.
El proceso de recapitalización de los valores espirituales de los ciudadanos redundará en la reapropiación de un espacio que es nuestro por derecho y la acumulación de riquezas espirituales en la medida en que sepamos distinguir las prioridades imprescindibles en cada momento y nos apartemos de perder el tiempo que ya se nos acaba en recurrir a mitos cosechados y visiones parciales para engañarnos una y otra vez.
FIN. LG/10.
Bibliografía:
-Barcia, María del Carmen. Capas Populares y Modernidad en Cuba (1878 – 1930) Colección La Fuente Viva. Fundación Fernando Ortiz, 2005.
-Barcia, María del Carmen. Los Ilustres Apellidos. Negros en La Habana Colonial. Ediciones Boloña. Oficina del Historiador de La Habana, 2009.
Hevia Lanier, Oílda: El Directorio Central de las Sociedades Negras de Cuba. 1886-1894, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
La Habana, 2010-10-04.
Por Lucas Garve.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial lo designó como la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial escrita desde el 1902 hasta hoy y pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, es la conspiración de Aponte. En 1818, José Antonio Aponte Ulabarra junto a otros integrantes del Batallón de Morenos intervinieron en una conjura que tuvo ramificaciones en Trinidad y Puerto Príncipe (Camagüey). Esta conspiración implicaba la participación de elementos libres en su mayoría, pero además esclavos.
Una conspiración que es relevante en la Historia de Cuba por la amplitud de sus conexiones establecidas sobre la base de redes de sociabilidad como cabildos, cofradías, grupos gremiales (pues en el caso de Aponte era carpintero y formaba parte del Batallón de Morenos) redes familiares y redes de afinidad familiar.
Pero más interesante aún es que estos miembros del citado Batallón poseían un imaginario o relato conformado por los Batallones de Tropas Negras Auxiliares que habían intervenido en campañas en Haití y La Florida. Tan es así que entre los documentos y objetos ocupados a Aponte anotaron un libro con imágenes que reflejaban una especie de linaje cuyo propósito inmediato no podría ser otro que el de recrear, legitimar y transmitir un relato que sirviera de base a la construcción de un imaginario concreto que restituyera a negros y mestizos su identidad.
Inexplicablemente, este libro, documento esencial para entender y extender el alcance de la postura de José Antonio Aponte, nunca ha aparecido y solamente se cuenta con las descripciones transcritas en las copias de los interrogatorios de J A Aponte, quien las detalló cuidadosamente. (Ref. María del Carmen Barcia, Los Ilustres Apellidos: Los negros en La Habana Colonial. Sección Notas # 234, pág. 323. Colección Raíces. Ediciones Boloña. Publicaciones de la Oficina del historiador de La Habana, 2009).
Vale la ocasión para destacar las relaciones establecidas con el proceso sucedido en Haití como elemento de reforzamiento del prestigio de la raza negra. Es preciso señalar asimismo los deseos de ascensión social de los individuos pertenecientes a este grupo de descendencias de origen africano, directas o nacidas en Cuba, criollos. Las vías con que contaron fueron las únicas dos que la época les ofrecía: la religión y la militar. A pesar que estos Batallones de negros y mestizos obedecieron las órdenes de sus superiores, en su interior no dejó de surgir el sentido de la libertad e independencia.
Las cofradías religiosas fueran católicas o de tradición africana, así como la incorporación a Batallones militares y a asociaciones secretas como los juegos abakuá aportan relaciones de confiabilidad y solidaridad que no han merecido la atención requerida por su importancia en la formación de la idiosincrasia del cubano. No menos desdeñables es la participación de estos individuos en sociedades como las masónicas.
A partir de 1880, se desarrolló un amplio proceso de transformación de la sociedad colonial cubana en pos de la culminación en una sociedad de consumo. Las asociaciones civiles tuvieron un enorme crecimiento.
Profundas fueron las redes de sociabilidad de todo tipo surgidas a partir de los años 80 del siglo XIX, las que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX. Los Casinos Españoles de la Raza de Color aparecieron en los años 80 del siglo XIX como una forma de hacer clientelismo y manipular a la población negra en apoyo a la Metrópoli española. Mientras grupos de población negra y mestiza pertenecientes a las capas populares se organizaron en asociaciones caracterizadas principalmente por estar orientadas hacia la instrucción y al recreo.
También se desconoce hoy que esas sociedades tuvieron ramificaciones entre los emigrados. Asociaciones de ese tipo surgieron y agruparon a numerosos miembros en Cayo Hueso, Tampa y Nueva York, núcleos importantes de cubanos en los EEUU.
Es curioso que algunas de estas asociaciones como es el caso del Centro de Cocheros mantenía escuelas para niños negros, mestizos y blancos de familias de capas populares, aunque la mayoría de sus integrantes fueran negros y mestizos. Lo que revela que los lazos de sociabilidad se formaban en torno a la situación socio - económica más bien antes que por grupos de descendencia.
Las sociedades de negros y mestizos alcanzaron en 1887 un nuevo impulso, trece de estas agrupaciones se reunieron para formar el Directorio Central de Sociedades de Color registrado oficialmente en 1888 bajo la presidencia de Santiago Pérez y Juan Gualberto Gómez como presidente honorario.
Las principales sociedades económicas de negros y mestizos, con menos recursos que sus similares españolas, ofrecieron servicios de salud en centros de salud y farmacias mantenidas hasta el siglo XX. Figuras destacadas en esta acción fueron el Dr. Delgado Jorrín, director de la clínica del Centro de Cocheros y la Dra. María Latapier de Céspedes, farmacéutica a cargo de la farmacia de la sociedad Unión Fraternal.
Entre las de extensa historia está Unión Fraternal, fundada en 1885, con una vida prolongada hasta bien entrado el siglo XX, además contó con un Centro de Enseñanza, servicios médicos y farmacéuticos y clases nocturnas para adultos. En las dos primeras décadas del siglo XX las élites negras y mestizas se agruparon en Le Printemps, La Sociedad de Amigos del Vals, Círculo Progresista y la Sociedad de Estudios Científicos y Literarios.
En 1917, personalidades de las élites negras fundaron el Club Atenas, el 32% de sus miembros eran profesionales, 19% industriales y comerciantes, propietarios y ya en los años 50 funcionaba como un grupo de presión social. Estas sociedades estuvieron activas hasta el 1960.
Desde finales del siglo XIX hasta los 40 del siglo XX, estas sociedades contaron con de medios de prensa llegando a tener 37 periódicos y revistas, sin contar los boletines y folletos de las sociedades de todas las provincias. Los que sirvieron para divulgar ideas de progreso, educación e instrucción a miembros de ambos géneros de este grupo de descendencia.
Hubo un sinnúmero de personalidades negras y mestizas relevantes en la educación y las Bellas Artes, la Música, la Prensa. Destaco el caso de Antonio Medina, maestro y formador de juventudes al decir de hoy, al ser comparado con José de la Luz y Caballero. También fue redactor del Faro Industrial entre 1840 y1842. Fundó el colegio Nuestra Señora de los Desamparados, donde dispensó la enseñanza más avanzada a negros y mestizos, que después jugaron un papel destacado en Cuba, el más relevante fue Juan Gualberto Gómez que fue profesor en ese centro.
Hubo mujeres negras destacadas incluso en la prensa al ocupar un lugar relevante en periódicos y revistas, Úrsula Coimbra de Valverde, Cristina Ayala, Carmelina Sarracent, Salie Derosme. Mujeres negras que demostraron el valor intelectual de las de su grupo de descendencia al seguir las huellas de las matronas y reinas de los cabildos o de otras como Úrsula Lambert.
Es la ocasión ejemplar para destacar la personalidad de esta mujer haitiana que vivió en Cuba, la que se convirtió en protagonista de una película reciente en la que solamente destacan su relación amorosa dependiente del amor de un hacendado europeo blanco y no como mujer negra libre e industriosa que al morir dejó un cuantioso legado testamentario, incluso como acreedora de su propio cónyuge.
Estudiosos, investigadores e historiadores cubanos han profundizado en sus obras en el tejido social y civil del sector negro y mestizo, esclavos y libre y criollos, pero los han encerrado en fondos de bibliotecas y quedaron para el conocimiento y estudio de especialistas sin divulgación suficiente entre el público en general.
En los libros de texto de Historia de Cuba estos relatos no han tenido espacio. Generaciones de cubanos han aprendido una Historia parcializada e incompleta. De esta forma, se oculta la memoria histórica de este componente imprescindible para la formación de una Nación cubana.
También, poco interés aparte de la notación y datación simples, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Los cabildos, asociaciones étnicas o por grupos de descendencia, grupos gremiales, lazos inter - familiares, lazos de relación a partir de etnias, vinculaciones de tipo religioso mediante las familias religiosas a un padrino o un babalawo sirvieron su espacio para establecer redes de confianza, solidaridad y de apoyo financiero mediante préstamos, legados, herencias.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores. A partir de estudios socio culturales basados en teorías euro centristas unas, otras surgidas en medios científicos y universitarios de América del Norte, pero ajenas a nuestra particular identidad cultural.
Es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios revisados con una mirada identitaria propia o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes para una épica nacional, embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política o una copia de otros de diferentes latitudes.
Una clase política liderada por hombres blancos, guerreros en su mayoría, heterosexuales, transmisores de una hegemonía que se reproducía desde siglos anteriores y legó sus valores a las generaciones posteriores al 1902.
Hay aún preguntas por replantearse en el sentido de una actualización de este fenómeno socio – político – cultural – territorial. ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible heredado y formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una configuración ideo-política sobre el espacio geográfico físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” o archipiélagos sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica, la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico cultural existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, los cantos rituales y bailes de la tradición yoruba, el ballet clásico y el flamenco, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
¿Quedan las representaciones concreto-sensibles reflejadas en las Artes en Cuba como un muestrario del producto de una “Alta Cultura elitista y blanca”, la cual ya en los primeros decenios del siglo pasado dio muestras claras de agotamiento junto con un anexo donde caben las llamadas expresiones populares de una cultura de resistencia o el conjunto de experiencias vitales de negros, mestizos y blancos cada uno por su lado?
El relato de la Nación cubana por construir nuevamente no puede rescribirse sin anotar por su relevancia el reconocimiento de los grupos de descendencia africana, necesitado de reconocerse a sí mismos, descubrir y reincorporar un imaginario que no sea solamente un catálogo de imágenes religiosas y poses pintorescas a la manera de Landaluze, sino reconocer la identidad en toda su dimensión que les ha sido escamoteada, escondida, relegada, desvalorizada.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima. Simplemente, porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación y la integración de ellos con otros actores insertos en redes de sociabilización dentro de sus comunidades. Son una especie de pastiches con que nos han querido confundir para que no descubramos nuestros propios valores.
La revisión de los mitos culturales que conforman un relato de la Nación deberá servir para actualizar una Modernidad – Otra diferente de la que nos legaron mediante un proceso que convirtió a Cuba en una sociedad de consumo primero y luego 60 años más tarde la redujeron a la quiebra material y espiritual que experimentamos hoy en día.
El proceso de recapitalización de los valores espirituales de los ciudadanos redundará en la reapropiación de un espacio que es nuestro por derecho y la acumulación de riquezas espirituales en la medida en que sepamos distinguir las prioridades imprescindibles en cada momento y nos apartemos de perder el tiempo que ya se nos acaba en recurrir a mitos cosechados y visiones parciales para engañarnos una y otra vez.
FIN. LG/10.
Bibliografía:
-Barcia, María del Carmen. Capas Populares y Modernidad en Cuba (1878 – 1930) Colección La Fuente Viva. Fundación Fernando Ortiz, 2005.
-Barcia, María del Carmen. Los Ilustres Apellidos. Negros en La Habana Colonial. Ediciones Boloña. Oficina del Historiador de La Habana, 2009.
Hevia Lanier, Oílda: El Directorio Central de las Sociedades Negras de Cuba. 1886-1894, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
La Habana, 2010-10-04.

“ENTRE TODOS IR ADELANTE”: ENTREVISTA A DARSI FERRER JIMÉNEZ




“ENTRE TODOS IR ADELANTE”: ENTREVISTA A DARSI FERRER JIMÉNEZ
Por Lucas Garve
Publicado 14/10/2010
Mantilla, La Habana, 14 de octubre de 2010, (PD-FLP*) El Dr. Darsi Ferrer Jiménez, médico de profesión, es hoy una de las personas jóvenes más conocidas dentro de las filas opositoras en Cuba y en el exterior. Un defensor de los derechos humanos que ha soportado la represión política y la cárcel por su actitud contestataria frente al sistema imperante en Cuba. LG – Consenso Cívico pretende ser un proyecto amplio ¿Se dedica al trabajo político? DFJ – No. Es muy claro el objetivo de Consenso Cívico, que no se trata de un nuevo proyecto de la oposición o la disidencia, sino que es una iniciativa de la sociedad civil cuya esencia no es más que la demanda de dos simples puntos que consideramos vitales. Esto lo hacemos a nombre de las más de seiscientas personas que de conjunto firmamos Consenso e impulsamos esta iniciativa. Los dos puntos son el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad civil y la ratificación de los pactos por la importancia que tienen estas cuestiones que de hecho son o pueden ser las bases de una apertura democrática de la sociedad cubana. Además nos brinda la posibilidad de la unidad, no uniforme, sino desde la diversidad, de la cual tanta necesidad tenemos ahora mismo para entre todos buscar solución a los graves problemas que atraviesa la nación cubana. LG - ¿Dejarás de hacer convocatorias a la calle? DFJ – No, nunca he hecho convocatorias a la calle. Con respecto a eso, lo que exijo y demando es mi derecho a en un día tan especial como el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, conmemorar la fecha con una marcha en silencio, sin proclamas, sin consignas. Es un derecho que tengo de conmemorar un día tan significativo. LG – Hay quienes piensan que deben surgir otras figuras y que se proyecten como aglutinantes de la expresión de un colectivo o un grupo de opositores, Si te destacas cómo un líder de opinión, ¿dedicarás más tiempo a la labor de multiplicar criterios y ejercer influencias? DFJ – Siempre en mi labor independiente he tenido como una de las aspiraciones trabajar en función del consenso de la unidad, del diálogo, incluso la negociación entre los miembros de la sociedad civil porque lo considero muy importante, pero no soy de los partidarios de la unidad sobre la base de figuras, sino basado en proyectos, basado en la labor, la necesaria labor que requiere ahora mismo soluciones a las graves consecuencias que sufre el pueblo cubano. LG – Cuando las cartas adjuntas al documento Consenso Cívico califican de positiva la reunión del Cardenal Ortega Alamino y el canciller Moratinos con el presidente de Cuba, ¿tuvieron en cuenta que el Gobierno deportaría los presos políticos? DFJ – Mira, el proceso de diálogo que se ha establecido entre el Gobierno y la jerarquía de la Iglesia Católica para nosotros sí es positivo, aunque insuficiente y también en condiciones incluso humillantes como es el destierro. Pero somos partidarios de la negociación para resolver los graves problemas que afrontamos como Nación. Por supuesto, no somos partidarios de una invasión extranjera. Sólo nos queda la negociación y esta negociación pues es un paso. Claro, no es lo adecuado, incluso las condiciones no son las requeridas, pero sí marca el camino y sienta como precedente que es posible buscar soluciones a los problemas mediante la negociación. LG - ¿Consenso Cívico será una plataforma de lanzamiento de una nueva generación de figuras representativas de los opositores? DFJ – No. Consenso Cívico en realidad es un pequeño paso, pero encaminado a la exigencia, a la búsqueda de cuestiones fundamentales para soluciones reales o sea, hay una realidad que consiste en la presencia en Cuba desde hace años de una sociedad civil, de grupos de la sociedad civil los cuales son ignorados por el gobierno y por la legislación. Esto no se ajusta a la realidad del país y lo que buscamos es ajustarnos todos a lo que existe y lo otro es la ratificación de los Pactos, porque nos da a todos un marco jurídico que necesitamos como Nación, como país, como ciudadanos. LG – Te hice la pregunta porque en Consenso Cívico no hay firmas de figuras muy reconocidas de la oposición, tanto en Cuba como en el exterior. DFJ – Quisiéramos que estuvieran todas las firmas de la sociedad civil, no excluimos a ninguna, pero bueno, la necesidad que tiene la nación cubana de soluciones tampoco puede depender de las firmas de determinadas personas. Es simplemente entre todos ir adelante en busca de dar pasos seguros, positivos, por la necesaria apertura democrática, mejorar el necesario clima jurídico que nos proteja a todos y las soluciones que requerimos. LG – ¿El reconocimiento legal del gobierno a todas las organizaciones de la sociedad civil significa que el gobierno continúe a la cabeza del Estado y se perpetúe el sistema? DFJ – No. Significa que el gobierno reconoce el derecho que tenemos los miembros de la sociedad civil de existir y de interactuar y de participar en la vida pública del país. garvecu@yahoo.com *Fundación Para la Libertad de Expresión Foto: Lucas Garve
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Copyright 2010 Primavera Digital. All rights reserved. ArticleLive by Interspire Website Publisher Por Lucas Garve
Publicado 14/10/2010
Mantilla, La Habana, 14 de octubre de 2010, (PD-FLP*) El Dr. Darsi Ferrer Jiménez, médico de profesión, es hoy una de las personas jóvenes más conocidas dentro de las filas opositoras en Cuba y en el exterior. Un defensor de los derechos humanos que ha soportado la represión política y la cárcel por su actitud contestataria frente al sistema imperante en Cuba. LG – Consenso Cívico pretende ser un proyecto amplio ¿Se dedica al trabajo político? DFJ – No. Es muy claro el objetivo de Consenso Cívico, que no se trata de un nuevo proyecto de la oposición o la disidencia, sino que es una iniciativa de la sociedad civil cuya esencia no es más que la demanda de dos simples puntos que consideramos vitales. Esto lo hacemos a nombre de las más de seiscientas personas que de conjunto firmamos Consenso e impulsamos esta iniciativa. Los dos puntos son el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad civil y la ratificación de los pactos por la importancia que tienen estas cuestiones que de hecho son o pueden ser las bases de una apertura democrática de la sociedad cubana. Además nos brinda la posibilidad de la unidad, no uniforme, sino desde la diversidad, de la cual tanta necesidad tenemos ahora mismo para entre todos buscar solución a los graves problemas que atraviesa la nación cubana. LG - ¿Dejarás de hacer convocatorias a la calle? DFJ – No, nunca he hecho convocatorias a la calle. Con respecto a eso, lo que exijo y demando es mi derecho a en un día tan especial como el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, conmemorar la fecha con una marcha en silencio, sin proclamas, sin consignas. Es un derecho que tengo de conmemorar un día tan significativo. LG – Hay quienes piensan que deben surgir otras figuras y que se proyecten como aglutinantes de la expresión de un colectivo o un grupo de opositores, Si te destacas cómo un líder de opinión, ¿dedicarás más tiempo a la labor de multiplicar criterios y ejercer influencias? DFJ – Siempre en mi labor independiente he tenido como una de las aspiraciones trabajar en función del consenso de la unidad, del diálogo, incluso la negociación entre los miembros de la sociedad civil porque lo considero muy importante, pero no soy de los partidarios de la unidad sobre la base de figuras, sino basado en proyectos, basado en la labor, la necesaria labor que requiere ahora mismo soluciones a las graves consecuencias que sufre el pueblo cubano. LG – Cuando las cartas adjuntas al documento Consenso Cívico califican de positiva la reunión del Cardenal Ortega Alamino y el canciller Moratinos con el presidente de Cuba, ¿tuvieron en cuenta que el Gobierno deportaría los presos políticos? DFJ – Mira, el proceso de diálogo que se ha establecido entre el Gobierno y la jerarquía de la Iglesia Católica para nosotros sí es positivo, aunque insuficiente y también en condiciones incluso humillantes como es el destierro. Pero somos partidarios de la negociación para resolver los graves problemas que afrontamos como Nación. Por supuesto, no somos partidarios de una invasión extranjera. Sólo nos queda la negociación y esta negociación pues es un paso. Claro, no es lo adecuado, incluso las condiciones no son las requeridas, pero sí marca el camino y sienta como precedente que es posible buscar soluciones a los problemas mediante la negociación. LG - ¿Consenso Cívico será una plataforma de lanzamiento de una nueva generación de figuras representativas de los opositores? DFJ – No. Consenso Cívico en realidad es un pequeño paso, pero encaminado a la exigencia, a la búsqueda de cuestiones fundamentales para soluciones reales o sea, hay una realidad que consiste en la presencia en Cuba desde hace años de una sociedad civil, de grupos de la sociedad civil los cuales son ignorados por el gobierno y por la legislación. Esto no se ajusta a la realidad del país y lo que buscamos es ajustarnos todos a lo que existe y lo otro es la ratificación de los Pactos, porque nos da a todos un marco jurídico que necesitamos como Nación, como país, como ciudadanos. LG – Te hice la pregunta porque en Consenso Cívico no hay firmas de figuras muy reconocidas de la oposición, tanto en Cuba como en el exterior. DFJ – Quisiéramos que estuvieran todas las firmas de la sociedad civil, no excluimos a ninguna, pero bueno, la necesidad que tiene la nación cubana de soluciones tampoco puede depender de las firmas de determinadas personas. Es simplemente entre todos ir adelante en busca de dar pasos seguros, positivos, por la necesaria apertura democrática, mejorar el necesario clima jurídico que nos proteja a todos y las soluciones que requerimos. LG – ¿El reconocimiento legal del gobierno a todas las organizaciones de la sociedad civil significa que el gobierno continúe a la cabeza del Estado y se perpetúe el sistema? DFJ – No. Significa que el gobierno reconoce el derecho que tenemos los miembros de la sociedad civil de existir y de interactuar y de participar en la vida pública del país. garvecu@yahoo.com *Fundación Para la Libertad de Expresión Foto: Lucas Garve
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“ENTRE TODOS IR ADELANTE”: ENTREVISTA A DARSI FERRER JIMÉNEZ
· Por Lucas Garve
· Publicado 14/10/2010
Mantilla, La Habana, 14 de octubre de 2010, (PD-FLP*) El Dr. Darsi Ferrer Jiménez, médico de profesión, es hoy una de las personas jóvenes más conocidas dentro de las filas opositoras en Cuba y en el exterior. Un defensor de los derechos humanos que ha soportado la represión política y la cárcel por su actitud contestataria frente al sistema imperante en Cuba. LG – Consenso Cívico pretende ser un proyecto amplio ¿Se dedica al trabajo político? DFJ – No. Es muy claro el objetivo de Consenso Cívico, que no se trata de un nuevo proyecto de la oposición o la disidencia, sino que es una iniciativa de la sociedad civil cuya esencia no es más que la demanda de dos simples puntos que consideramos vitales. Esto lo hacemos a nombre de las más de seiscientas personas que de conjunto firmamos Consenso e impulsamos esta iniciativa. Los dos puntos son el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad civil y la ratificación de los pactos por la importancia que tienen estas cuestiones que de hecho son o pueden ser las bases de una apertura democrática de la sociedad cubana. Además nos brinda la posibilidad de la unidad, no uniforme, sino desde la diversidad, de la cual tanta necesidad tenemos ahora mismo para entre todos buscar solución a los graves problemas que atraviesa la nación cubana. LG - ¿Dejarás de hacer convocatorias a la calle? DFJ – No, nunca he hecho convocatorias a la calle. Con respecto a eso, lo que exijo y demando es mi derecho a en un día tan especial como el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, conmemorar la fecha con una marcha en silencio, sin proclamas, sin consignas. Es un derecho que tengo de conmemorar un día tan significativo. LG – Hay quienes piensan que deben surgir otras figuras y que se proyecten como aglutinantes de la expresión de un colectivo o un grupo de opositores, Si te destacas cómo un líder de opinión, ¿dedicarás más tiempo a la labor de multiplicar criterios y ejercer influencias? DFJ – Siempre en mi labor independiente he tenido como una de las aspiraciones trabajar en función del consenso de la unidad, del diálogo, incluso la negociación entre los miembros de la sociedad civil porque lo considero muy importante, pero no soy de los partidarios de la unidad sobre la base de figuras, sino basado en proyectos, basado en la labor, la necesaria labor que requiere ahora mismo soluciones a las graves consecuencias que sufre el pueblo cubano. LG – Cuando las cartas adjuntas al documento Consenso Cívico califican de positiva la reunión del Cardenal Ortega Alamino y el canciller Moratinos con el presidente de Cuba, ¿tuvieron en cuenta que el Gobierno deportaría los presos políticos? DFJ – Mira, el proceso de diálogo que se ha establecido entre el Gobierno y la jerarquía de la Iglesia Católica para nosotros sí es positivo, aunque insuficiente y también en condiciones incluso humillantes como es el destierro. Pero somos partidarios de la negociación para resolver los graves problemas que afrontamos como Nación. Por supuesto, no somos partidarios de una invasión extranjera. Sólo nos queda la negociación y esta negociación pues es un paso. Claro, no es lo adecuado, incluso las condiciones no son las requeridas, pero sí marca el camino y sienta como precedente que es posible buscar soluciones a los problemas mediante la negociación. LG - ¿Consenso Cívico será una plataforma de lanzamiento de una nueva generación de figuras representativas de los opositores? DFJ – No. Consenso Cívico en realidad es un pequeño paso, pero encaminado a la exigencia, a la búsqueda de cuestiones fundamentales para soluciones reales o sea, hay una realidad que consiste en la presencia en Cuba desde hace años de una sociedad civil, de grupos de la sociedad civil los cuales son ignorados por el gobierno y por la legislación. Esto no se ajusta a la realidad del país y lo que buscamos es ajustarnos todos a lo que existe y lo otro es la ratificación de los Pactos, porque nos da a todos un marco jurídico que necesitamos como Nación, como país, como ciudadanos. LG – Te hice la pregunta porque en Consenso Cívico no hay firmas de figuras muy reconocidas de la oposición, tanto en Cuba como en el exterior. DFJ – Quisiéramos que estuvieran todas las firmas de la sociedad civil, no excluimos a ninguna, pero bueno, la necesidad que tiene la nación cubana de soluciones tampoco puede depender de las firmas de determinadas personas. Es simplemente entre todos ir adelante en busca de dar pasos seguros, positivos, por la necesaria apertura democrática, mejorar el necesario clima jurídico que nos proteja a todos y las soluciones que requerimos. LG – ¿El reconocimiento legal del gobierno a todas las organizaciones de la sociedad civil significa que el gobierno continúe a la cabeza del Estado y se perpetúe el sistema? DFJ – No. Significa que el gobierno reconoce el derecho que tenemos los miembros de la sociedad civil de existir y de interactuar y de participar en la vida pública del país. garvecu@yahoo.com *Fundación Para la Libertad de Expresión Foto: Lucas Garve
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martes, 19 de octubre de 2010

BAJAS COLATERALES

BAJAS COLATERALES
Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-03.
Ciertos sectores de la población se verán más afectados que otros por las medidas de racionalización que la denominada actualización de la economía efectuará el gobierno cubano.
Hasta ahora los especialistas, economistas y profesionales de la prensa que tratan el tema aluden en términos generales los efectos para unos positivos ,según los oficialistas del régimen y para otros con puntos de vista opuestos, negativos que aportarán éstas.
Sin embargo, sí constato que no ofrecen una visión particular de los efectos de éstas medidas en diferentes grupos sociales, raciales, profesionales que componen ese archipiélago socio económico y cultural que es la sociedad cubana de hoy.
Por la amplitud del tema que es bastante complejo me atrevo a pronosticar que habrá dos grupos de cubanos que sufrirán de inmediato las consecuencias del despido de trabajadores pertenecientes a su núcleo familiar.
Los jubilados y los negros verán agravada su situación de solvencia económica al reducírseles las oportunidades por los salarios perdidos por ser despedidos de sus puestos de trabajo. Ya estos dos grupos en Cuba pasan disímiles dificultades para subsistir, sea por las causas que sean.
Acudo a una encuesta realizada en julio del 2010 por Cuba barómetro con el tema siguiente: “El impacto del os subsidios y el nivel de influencia de la economía en la subsistencia de los cubanos” hecha en una muestra poblacional de 381 personas, divididos en 200 hombre y 181 mujeres, de los cuáles el 50,38 % pertenecen al grupo de los afro descendientes y 26, 5% de los encuestados son personas mayores de 50 años.
Según datos ofrecidos por los encuestadores 175 de ellos viven con los productos alimenticios vendidos en las bodegas entre 7 y 15 días. Resalta que los indicadores según el grupo de descendencia, los negros y mestizos se alimentan con los productos racionados solamente 7 días, mientras a los blancos los productos alimenticios les duran más, pues suman unos 141 a partir de 7 hasta 30 días. ¿Entonces los negros y mestizos comen más?
La respuesta es que tienen más dinero para comprar en los mercados alternativos, emergentes o negros como desee llamarles. Según el indicador que señala las personas con acceso a ingresos en divisas según los grupos de descendencia, los blancos son un 40,21 % y los negros y mestizos, solamente un 32,71 % y un 30,59 %.
Pero es significativo que 86 personas entre negros y mestizos acceden a ingresos en divisas por el mercado negro y en “otros espacios”, mientras los blancos en los mismos indicadores suman 65. ¿Resulta que son negros y mestizos los que se mueven en escenarios periféricos o marginales?
La respuesta debe de ir acompañada de una salvedad aclaratoria y la propia encuesta la ofrece. Reciben por estimulación salarial y remesas de divisas enviadas del extranjero una cantidad de 48 blancos, mientras los indicadores correspondientes a negros y mestizos sólo arrojan la suma de 45 personas en este grupo de descendencia.
Algo no muy lejano ocurre con las personas de más de 50 años entre las que solamente 24 de ellas reciben estimulación salarial o remesas en divisas del extranjero y 77 personas de más de 50 años entre los encuestados viven hasta 15 días del consumo de los productos alimenticios racionados.
En conversación telefónica con una persona de 70 años que vive sola dependiente económicamente de su jubilación, me dijo que “ya conocía lo que era el hambre, después de haber trabajado durante 40 años y agregó que no sabe lo que le depare el futuro con los precios que están por los cielos”.
Según la propaganda oficial, estas medidas de racionalización por la actualización del modelo económico cubano, afectarán a muchos, pero nadie quedará desprotegido. ¿Quién nos ha protegido hasta ahora?, se preguntan muchos.
Lo que más preocupa a una gran parte de la población es cómo podrán sobrevivir de ahora en adelante sin ser bajas colaterales, afectadas económicamente de una forma directa. FIN. LG/10.
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Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-03.
Ciertos sectores de la población se verán más afectados que otros por las medidas de racionalización que la denominada actualización de la economía efectuará el gobierno cubano.
Hasta ahora los especialistas, economistas y profesionales de la prensa que tratan el tema aluden en términos generales los efectos para unos positivos ,según los oficialistas del régimen y para otros con puntos de vista opuestos, negativos que aportarán éstas.
Sin embargo, sí constato que no ofrecen una visión particular de los efectos de éstas medidas en diferentes grupos sociales, raciales, profesionales que componen ese archipiélago socio económico y cultural que es la sociedad cubana de hoy.
Por la amplitud del tema que es bastante complejo me atrevo a pronosticar que habrá dos grupos de cubanos que sufrirán de inmediato las consecuencias del despido de trabajadores pertenecientes a su núcleo familiar.
Los jubilados y los negros verán agravada su situación de solvencia económica al reducírseles las oportunidades por los salarios perdidos por ser despedidos de sus puestos de trabajo. Ya estos dos grupos en Cuba pasan disímiles dificultades para subsistir, sea por las causas que sean.
Acudo a una encuesta realizada en julio del 2010 por Cuba barómetro con el tema siguiente: “El impacto del os subsidios y el nivel de influencia de la economía en la subsistencia de los cubanos” hecha en una muestra poblacional de 381 personas, divididos en 200 hombre y 181 mujeres, de los cuáles el 50,38 % pertenecen al grupo de los afro descendientes y 26, 5% de los encuestados son personas mayores de 50 años.
Según datos ofrecidos por los encuestadores 175 de ellos viven con los productos alimenticios vendidos en las bodegas entre 7 y 15 días. Resalta que los indicadores según el grupo de descendencia, los negros y mestizos se alimentan con los productos racionados solamente 7 días, mientras a los blancos los productos alimenticios les duran más, pues suman unos 141 a partir de 7 hasta 30 días. ¿Entonces los negros y mestizos comen más?
La respuesta es que tienen más dinero para comprar en los mercados alternativos, emergentes o negros como desee llamarles. Según el indicador que señala las personas con acceso a ingresos en divisas según los grupos de descendencia, los blancos son un 40,21 % y los negros y mestizos, solamente un 32,71 % y un 30,59 %.
Pero es significativo que 86 personas entre negros y mestizos acceden a ingresos en divisas por el mercado negro y en “otros espacios”, mientras los blancos en los mismos indicadores suman 65. ¿Resulta que son negros y mestizos los que se mueven en escenarios periféricos o marginales?
La respuesta debe de ir acompañada de una salvedad aclaratoria y la propia encuesta la ofrece. Reciben por estimulación salarial y remesas de divisas enviadas del extranjero una cantidad de 48 blancos, mientras los indicadores correspondientes a negros y mestizos sólo arrojan la suma de 45 personas en este grupo de descendencia.
Algo no muy lejano ocurre con las personas de más de 50 años entre las que solamente 24 de ellas reciben estimulación salarial o remesas en divisas del extranjero y 77 personas de más de 50 años entre los encuestados viven hasta 15 días del consumo de los productos alimenticios racionados.
En conversación telefónica con una persona de 70 años que vive sola dependiente económicamente de su jubilación, me dijo que “ya conocía lo que era el hambre, después de haber trabajado durante 40 años y agregó que no sabe lo que le depare el futuro con los precios que están por los cielos”.
Según la propaganda oficial, estas medidas de racionalización por la actualización del modelo económico cubano, afectarán a muchos, pero nadie quedará desprotegido. ¿Quién nos ha protegido hasta ahora?, se preguntan muchos.
Lo que más preocupa a una gran parte de la población es cómo podrán sobrevivir de ahora en adelante sin ser bajas colaterales, afectadas económicamente de una forma directa. FIN. LG/10.
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¿OCTUBRE MES DE LA CULTURA?

¿OCTUBRE MES DE LA CULTURA?
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-04.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial designó la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, fue la conspiración de Aponte. También, poco interés aparte de la notación, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores.
Sin pretender en caer en pedanterías intelectuales, es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política.
Hay aún preguntas a replantearse como ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una posición ideo-política sobre el espacio físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica que es la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, el ballet clásico, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima, simplemente porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de los sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación e integración de ellos con otros actores dentro de sus comunidades.
FIN. LG/10. -0-0-0-0-0-0Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-04.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial designó la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, fue la conspiración de Aponte. También, poco interés aparte de la notación, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores.
Sin pretender en caer en pedanterías intelectuales, es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política.
Hay aún preguntas a replantearse como ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una posición ideo-política sobre el espacio físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica que es la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, el ballet clásico, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima, simplemente porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de los sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación e integración de ellos con otros actores dentro de sus comunidades.
FIN. LG/10. -0-0-0-0-0-0

¿OCTUBRE MES DE LA CULTURA?

¿OCTUBRE MES DE LA CULTURA?
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-04.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial designó la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, fue la conspiración de Aponte. También, poco interés aparte de la notación, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores.
Sin pretender en caer en pedanterías intelectuales, es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política.
Hay aún preguntas a replantearse como ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una posición ideo-política sobre el espacio físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica que es la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, el ballet clásico, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima, simplemente porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de los sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación e integración de ellos con otros actores dentro de sus comunidades.
FIN. LG/10. -0-0-0-0-0-0

LOS MITOS CULTURALES Y LOS RELATOS DE IDENTIDAD

LOS MITOS CULTURALES Y LOS RELATOS DE IDENTIDAD
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-04.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial lo designó como la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para los que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, fue la conspiración de Aponte. También, poco interés aparte de la notación y datación simples, despertaron las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del 1700.
Redes sociales y de confianza que fueron los cabildos, asociaciones étnicas o por grupos de descendencia, grupos gremiales, lazos inter - familiares, lazos de relación a partir de etnias, vinculaciones de tipo religioso mediante las familias religiosas a un padrino o un babalawo.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores. A partir de estudios socio culturales basados en teorías euro centristas unas, otras surgidas en medios científicos y universitarios de América del Norte.
Sin pretender en caer en pedanterías intelectuales, es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios revisados con una mirada identitaria propia o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política. Clase política liderada por hombres blancos, guerreros en su mayoría, heterosexuales, transmisores de una hegemonía que se reproducía en las generaciones posteriores.
Hay aún preguntas a replantearse en el sentido de una actualización de este fenómeno socio – político – cultural – territorial. ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una configuración ideo-política sobre el espacio geográfico físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” o archipiélagos sociales la sociedad e impedir, a la vez, la formación de una cultura cívica que es la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico cultural existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad? ¿Son la rumba, el ballet clásico, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
¿Quedan las representaciones concreto-sensibles reflejadas en las Artes en Cuba como un muestrario del producto de una “Alta Cultura elitista y blanca” que ya en los primeros decenios del siglo pasado dio muestras claras de agotamiento junto con un anexo donde quepan las llamadas expresiones populares o de una cultura de resistencia?
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima, simplemente, porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de los sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación y la integración de ellos con otros actores insertos en redes de sociabilización dentro de sus comunidades.
La revisión de los mitos culturales que conforman un relato de la Nación deberá servir para actualizar la Modernidad que nos legaron mediante un proceso que convirtió a Cuba en una sociedad de consumo primero y luego 60 años más tarde la redujeron a la quiebra material y espiritual que experimentamos hoy en día.
El proceso de recapitalización de los valores espirituales de los ciudadanos redundará en la acumulación de riquezas materiales en la medida en que sepamos distinguir las prioridades imprescindibles en cada momento y nos apartemos de perder el tiempo que ya se nos acaba en recurrir a los mitos cosechados para engañarnos una y otra vez.
FIN. LG/10.
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MÁSCARA LÉXICA PARA EL DESPIDO LABORAL

MÁSCARA LÉXICA PARA EL DESPIDO LABORAL
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-12.
Introducir la idea necesaria de una reforma laboral en el sistema cubano es la tarea de choque del aparato de propaganda oficial. Para llevar a término ese objetivo emplea una vez más el recurso que ha utilizado durante medio siglo. Enmascarar, trastocar, subvertir la realidad mediante el uso de un lenguaje escapista para de forma indirecta tratar el tema.
El asunto real es que medio millón de empleados de octubre a marzo y luego aumentarán a un millón y cuarto en los tres años venideros para concluir en el 2013, serán empujados fuera de sus rutinarios trabajos estatales.
Según lo dictado, solamente los más eficientes quedarán en puestos de trabajo en los que actualmente tres, cuatro, cinco trabajadores hacen la tarea que uno puede sacar adelante. No importará militancia, ni edad, ni título, exclusivamente la eficiencia en tiempo eficaz, ocho horas de trabajo, será el rasero que medirá el desempeño de todos.
Para trasladar este nuevo concepto del empleo y el trabajo cotidiano ha hecho falta lo que algunos medios de prensa foráneos califican de “ejercicio de acrobacia lingüística”.
Con certeza habrá quienes, la estupefacción asalte al leer cómo la prensa oficial aborda el tema de lo denominado “actualización del socialismo” y quizás, no comprendan lo enrevesado del lenguaje y de los términos que en lugar de esclarecer, enredan, oscurecen, dificultan la comprensión del asunto.
Para entender algo primero, hay que revisar la tradición barroca de a palabra escrita en la isla y después recordar cómo los sistemas autoritarios venden gato por liebre a los sujetos sometidos a sus dictados para que crean en la razón y justeza de lo que imponen.
Así que cuando en la media oficial se habla de actualización del modelo económico del socialismo, actividades por cuenta propia, trabajadores contratados solicitados por los trabajadores por cuenta propia, reorientación laboral, racionalización de estructuras y plantillas, formas no estatales de relación laboral.
Se refieren a implantación de un modelo económico algo liberalizado con tinte de capitalismo salvaje con menor dependencia del aparato burocrático partidista – gubernamental, negocios, asalariados, cambio de profesión u oficio, búsqueda de puesto de trabajo, cesantías por paro, propiedad privada.
Pero donde el manoseo léxico de la realidad alcanza ese nivel bufonesco y ridículo que la burocracia emplea cuando quiere expresar algo más o menos serio es en la denominación de los negocios permitidos ahora para que el millón y cuarto de trabajadores lanzados al paro encuentren alguna posibilidad de ganarse la vida dentro de los márgenes de la legalidad.
Para mí, ejemplos cimeros de lo anterior son los siguientes:
- Productor –recolector – vendedor de hierbas para alimento animal y con igual denominación para las hierbas medicinales (yerbero)
-Trabajador contratado (solicitado por el trabajador por cuenta propia para laborar con él) –(empleado de un propietario)
- Asistente infantil para el cuidado de niños (¿es una niñera o niñero adultos o un menor que cuida a otro? Observe que el adjetivo infantil califica y se relaciona con el sustantivo asistente)
- Desmochador de palmas (¡para encaramarse en la palma del patio de mi ex esposa a tumbar cocos y pencas secas hay que sacar una licencia!)
-reparador de bisutería (Dígame usted quien perderá su tiempo en recomponer un collar viejo)
- Reparador de cercas y caminos (¿cómo contribuye esto a aumentar la productividad en Cuba)
- Forrador de botones (por el mismo estilo de ridiculez)
- Trabajador agropecuario eventual (siempre se nombró como jornalero, peón, asalariado)
Advierto que el reexaminar la lista de los trabajos permitidos los ejemplos suman demasiados, pero son válidos para sostener el criterio de que nada podrá resolverse, mientras la burocracia de corte militar decida los destinos de los trabajadores. FIN. LG/10.

CONSENSO CÍVICO ES UNA INICIATIVA DE LA SOCIEDAD CIVIL

CONSENSO CÍVICO ES UNA INICIATIVA DE LA SOCIEDAD CIVIL
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-10-17.
El encuentro con el Dr. Darsi Ferrer Jiménez se produjo en una cafetería. Allí me habló de los temas que traía en mi libreta de apuntes.
Conversar con el Dr. Darsi Ferrer Jiménez es fácil. Va directo al grano y se expresa con lenguaje comprensible para todos. Nada en él desdice del mulato cubano, desenfadado, amable sin dejar de ser franco, optimista.
Inicié la conversación preguntándole si Consenso Cívico tomará la vía del trabajo político. A lo que Ferrer Jiménez respondió que “CC no se trata de un grupo, ni de una organización, sino de una iniciativa de la sociedad civil, porque fundamentalmente no es más que dos simples demandas esenciales. Primero, el reconocimiento de los grupos y organizaciones de una sociedad civil que existe de hecho y la ratificación de los Pactos de Derechos Políticos y Civiles, Económicos, Sociales y Culturales por el Gobierno cubano, porque pueden ser las bases de una apertura democrática para la sociedad cubana”.
Indagué entonces si abandonaría las convocatorias a sitios públicos en silencio como hizo en varias ocasiones. Darsi me explicó que nunca ha hecho convocatorias a ir a la calle. Él ha exigido y demandado el derecho de conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos, un día tan significativo que es el 10 de diciembre.
Al haber tendencias de opinión que plantean la renovación de figuras destacadas dentro de la oposición y la posibilidad de destacarse él como un nuevo líder de opinión y si se dedicaría a multiplicar criterios y ejercer influencias en el sector opositor me respondió que siempre ha tenido como una gran aspiración la de trabajar en función del consenso para lograr unidad, el diálogo, la negociación entre los miembros de la sociedad civil, pues no es partidario de la unidad alrededor de figuras, sino sobre la base de proyectos.
Añadió además que Consenso Cívico no será una plataforma para lanzar nuevas figuras y afirmó que sirve para la búsqueda de soluciones reales y además para exponer que en realidad existen grupos de la sociedad civil desde hace años en Cuba, pero ignorados por el Gobierno y con la ratificación de los Pactos por el Gobierno establecer un marco jurídico que necesitamos como Nación, como ciudadanos.
Mencioné seguidamente el tema de las Cartas dirigidas al gobierno cubano, al español y al Cardenal Ortega Alamino, donde en una de ellas califican de positivo el proceso iniciado por estos tres actores y si tuvieron en cuenta que el Gobierno cubano deportaría a los presos políticos.
A lo cual contestó que para ellos sí es positivo, aunque insuficiente y también con condiciones incluso humillantes como es el destierro, pero son partidarios de la negociación para resolver los graves problemas. Y este caso sienta el precedente de que es posible buscar soluciones a los problemas que tenemos en Cuba.
En relación con la ausencia de firmas de personas reconocidas cómo muy destacadas durante años en la oposición, Darsi Ferrer Jiménez explicó que quisiera que estuvieran todos porque no excluían a nadie, pero que la solución de problemas en la sociedad cubana no puede depender de las firmas de determinadas personas.
Por último, al abordar la inquietud que con el reconocimiento de los grupos y organizaciones de la sociedad civil independiente y la ratificación de los Pactos por el Gobierno cubano significaría que éste continúe a la cabeza del estado y se perpetúe el sistema respondió negativamente. Para él significaría que el Gobierno cubano reconociera el derecho que tienen los miembros de la sociedad civil de existir y de interactuar y de participar en la vida pública del país. FIN. LG/10.
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