miércoles, 8 de abril de 2009

ASERES AL BORDE DE UNA CRISIS DE NERVIOS

ASERES AL BORDE DE UNA CRISIS DE NERVIOS
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2006-10-28.

El macho cubano, esa institución nacional que tuvo como exponente mayor a un personaje como Yarini, está hoy en franca crisis.
“Asere” es una voz tomada del léxico de la secta abakuá, medio en la que significa algo así como un saludo a un igual. Hace ya un buen rato, extendió su significación a identificar al “socio”, a otro macho con similar rol.
Pero sucede que los aseres no están ya seguros. La inestabilidad de roles obedece a cambios sociales promovidos por emergencias para las que no estaban preparados.
La respuesta de los aseres a la devaluación social de su rol se muestra en la violencia de la expresión oral, la gestualidad y la agresividad como norma en las relaciones en la vida cotidiana.
Si usted observa un intercambio oral entre interlocutores masculinos heterosexuales, corrientes y comunes en plena calle, podrá captar un lenguaje que llega a ser incomprensible para cualquier hispanohablante que no comparta la norma al uso.
Desde el cuasi clásico: -¿Qué bolá? (equivalente a Hola, ¿cómo estás? ¿qué hay de nuevo?), hasta los -“Oiga, puro (Escuche Señor), la pincha (el trabajo), la moná (grupo de policías), un palestino (policía nacido en la región oriental de la isla), el gao (la casa, el hogar), la lucha o la luchita (la vida cotidiana, la vidita), ¡Sálvate! ¡Cuídate! (Buena salud, me preocupo por tí).
Son elementos de un lenguaje no convencional que ha permeado el habla de la cotidianeidad con el mero objetivo de la autoafirmación sin ninguna duda de la masculinidad como identidad genérica.
La vanidad, jerga y delincuencia que Don Fernado Ortiz encontró en el negro curro, (Fernando Ortiz, Entre cubanos. Psicología tropical. Editorial Ciencias Sociales, 1987) pasó con nuevos significados a cubrir la imagen identitaria de muchos cubanos del género masculino al sobrevivir refugiada en los pasillos de los solares (ciudadelas compuestas de precarias habitaciones) de los barrios de Jesús María, Belén y Cayo Hueso.
Este es un fenómeno que obedece a que en la vida social presente el enfrentamiento como resolución para el vencimiento en un medio lleno de dificultades haya adquirido tintes nacionales. Tenga usted un ejemplo en una consigna repetida hasta la saciedad a principios y mediados de los años 90: “Nací para vencer y no para ser vencido”. Resulta que para alcanzar la meta trazada no queda más remedio que autoconvencerse de la aptitud, más que la capacidad, para lograrla.
De esta manera, no queda más remedio que ¡Moverse!, “hay que saber moverse” (significa poseer recursos emergentes y echar mano de lo alternativo en un espacio caracterizado por lo “subalterno”).
Sucede ahora que la relativización de los escenarios actuales ocasionó que el suelo sobre el que se mueve el “asere” se tornara resbaladizo. Opera en esta debacle, la caída del poder adquisitivo real, la tendencia preferencial por el elemento masculino extranjero poseedor de una mayor solvencia económica que la del nacional, la desvalorización consecuente del rol hegemónico masculino heterosexual frente a un proceso contrario del rol femenino, son algunas de las causas de su malogrado destino.
De hecho, una reestructuración de la imagen masculina heterosexual del cubano se impone. A pesar de que en ciertos escenarios, una postura menos homofóbica e intolerante, es decir, diferente trata de aparecer, no sin dificultad.
En realidad, el macro escenario de la vida social aún no ofrece condiciones naturales para obtener resultados fructíferos en ese orden. Todavía, contingencias, riesgos, inseguridad, falta real de visión positiva de futuro, todo lo anterior debido a una cultivada paranoia de historia de conflicto impiden que la verdadera desalienación del sujeto cubano se cumpla. Mientras, los aseres seguirán en crisis. FIN. LG/06.
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