miércoles, 3 de junio de 2009

LA ISLA DE PAPEL.

LA ISLA DE PAPEL.
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2009-06-03.

Hace mucho tiempo que conocí de lo que denominan aquí la calidad del informe oficial. En esencia, parten del principio fraudulento de que el papel lo aguanta todo y plasman en blanco y negro un panorama de cualquier aspecto de la realidad de Cuba mejorada gracias a los efectos especiales de la ciencia ficción.
Datos, eventos, cifras son magnificados por una máquina de propaganda que ya Hollywood quisiera tener en sus estudios con el fin de ofrecer una visión diferente de la realidad. Ya en una ocasión, en una edición del periódico Granma, el órgano oficial del PCC (Partido Comunista de Cuba) publicó un titular tan increíble como el siguiente: “Más de 30 mil soluciones aplicadas en el país.”
Usted conocedor de la realidad cubana, como la mayoría de los isleños que tuvimos oportunidad de leerlo, no pudimos más que reírnos a carcajada batiente de tal chiste de humor negro. Sin embargo, quienes leen la página internacional de Granma en Internet pueden leer al revés. Lo que es no es y viceversa.
Algo parecido deben haber tenido entre sus manos los miembros del actual Consejo de Derechos Humanos de la ONU para eliminar la disposición que durante veinte años condenó al régimen cubano por no respetar los Derechos Humanos en la isla.
No se quien engañó tan groseramente a los miembros del consejo de DH de la ONU. No puedo imaginar que suerte de magia empleó para travestir la realidad cubana de tal modo. La olímpica capacidad de engañar al resto del mundo acaba de coronarse con una medalla de oro.
Afirmo lo anterior basado en los datos, al alcance de la mano de todo el que quiera saberlo, sobre los presos políticos y de conciencia encerrados en las cárceles en Cuba. Solamente puedo pensar que la intoxicación de los miembros del flamante consejo de los DH los confundió con un mareo de suficiente manera, que ni siquiera tomaron el rábano por las hojas, sino que confundieron el rábano con excrementos.
Al escuchar por la media oficial cubana la noticia sobre la nueva posición del llamado Consejo de DH de la ONU sobre la violación de estos derechos en Cuba, más que sorprendido, pensé que ya no existían prisioneros políticos y de conciencia en la isla.
De golpe y porrazo pensé en Héctor Maseda, Omar Rodríguez Saludes, Normando Hernández, Pedro Argüelles, Miguel Galbán, Fabio Prieto Llorente, José Izquierdo, y otros más hasta el número de 59 que aún aherrojados en las celdas de las prisiones con pésimas condiciones de reclusión, desde marzo del 2003 pagan con la reclusión, la propia salud y el sufrimiento de sus familiares por su voluntad de ejercer el derecho a la libertad de expresión.
También vinieron a mi mente los casos de Carmelo Díaz, Jorge Olivera, Luís Esteban Echevarria y otros más, a quienes las autoridades cubanas les niegan el permiso de salida del país, aunque han recibido visados de diferentes países.
No puedo dejar olvidar el caso de Miguel Valdés Tamayo, gravemente enfermo del corazón, con licencia extrapenal, fallecido lamentablemente, mientras esperaba el permiso de salida de Cuba a pesar de tener visas de asilo de dos países en su mano.
Únicamente, escogí los nombres de estos hombres que padecen o padecieron en la prisión para exponer un ejemplo y no extender estos párrafos más allá del límite de fatiga del lector ocasional.
Sépase que ellos no son los únicos que han sentido en carnes propias de la furia de los gobernantes cubanos exclusivamente por emitir una visión diferente de la oficial sobre la realidad cubana. En casi cinco décadas de gobierno, la lista de nombres de prisioneros de conciencia cubanos es bastante larga.
Entonces, no puedo creer en el dictamen de un Consejo de Derechos Humanos de la ONU, cuya pérdida de visión justa los instala en el campo de la indecencia y se prestan a los re juegos de un régimen caracterizado por pisotearlos y ofrecer al mundo la mentira por realidad y hacer de la calidad del embuste la garantía de su mejor producto de exportación, los informes a las agencias internacionales. FIN. LG/09.
-0-0-0-0-Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2009-06-03.

Hace mucho tiempo que conocí de lo que denominan aquí la calidad del informe oficial. En esencia, parten del principio fraudulento de que el papel lo aguanta todo y plasman en blanco y negro un panorama de cualquier aspecto de la realidad de Cuba mejorada gracias a los efectos especiales de la ciencia ficción.
Datos, eventos, cifras son magnificados por una máquina de propaganda que ya Hollywood quisiera tener en sus estudios con el fin de ofrecer una visión diferente de la realidad. Ya en una ocasión, en una edición del periódico Granma, el órgano oficial del PCC (Partido Comunista de Cuba) publicó un titular tan increíble como el siguiente: “Más de 30 mil soluciones aplicadas en el país.”
Usted conocedor de la realidad cubana, como la mayoría de los isleños que tuvimos oportunidad de leerlo, no pudimos más que reírnos a carcajada batiente de tal chiste de humor negro. Sin embargo, quienes leen la página internacional de Granma en Internet pueden leer al revés. Lo que es no es y viceversa.
Algo parecido deben haber tenido entre sus manos los miembros del actual Consejo de Derechos Humanos de la ONU para eliminar la disposición que durante veinte años condenó al régimen cubano por no respetar los Derechos Humanos en la isla.
No se quien engañó tan groseramente a los miembros del consejo de DH de la ONU. No puedo imaginar que suerte de magia empleó para travestir la realidad cubana de tal modo. La olímpica capacidad de engañar al resto del mundo acaba de coronarse con una medalla de oro.
Afirmo lo anterior basado en los datos, al alcance de la mano de todo el que quiera saberlo, sobre los presos políticos y de conciencia encerrados en las cárceles en Cuba. Solamente puedo pensar que la intoxicación de los miembros del flamante consejo de los DH los confundió con un mareo de suficiente manera, que ni siquiera tomaron el rábano por las hojas, sino que confundieron el rábano con excrementos.
Al escuchar por la media oficial cubana la noticia sobre la nueva posición del llamado Consejo de DH de la ONU sobre la violación de estos derechos en Cuba, más que sorprendido, pensé que ya no existían prisioneros políticos y de conciencia en la isla.
De golpe y porrazo pensé en Héctor Maseda, Omar Rodríguez Saludes, Normando Hernández, Pedro Argüelles, Miguel Galbán, Fabio Prieto Llorente, José Izquierdo, y otros más hasta el número de 59 que aún aherrojados en las celdas de las prisiones con pésimas condiciones de reclusión, desde marzo del 2003 pagan con la reclusión, la propia salud y el sufrimiento de sus familiares por su voluntad de ejercer el derecho a la libertad de expresión.
También vinieron a mi mente los casos de Carmelo Díaz, Jorge Olivera, Luís Esteban Echevarria y otros más, a quienes las autoridades cubanas les niegan el permiso de salida del país, aunque han recibido visados de diferentes países.
No puedo dejar olvidar el caso de Miguel Valdés Tamayo, gravemente enfermo del corazón, con licencia extrapenal, fallecido lamentablemente, mientras esperaba el permiso de salida de Cuba a pesar de tener visas de asilo de dos países en su mano.
Únicamente, escogí los nombres de estos hombres que padecen o padecieron en la prisión para exponer un ejemplo y no extender estos párrafos más allá del límite de fatiga del lector ocasional.
Sépase que ellos no son los únicos que han sentido en carnes propias de la furia de los gobernantes cubanos exclusivamente por emitir una visión diferente de la oficial sobre la realidad cubana. En casi cinco décadas de gobierno, la lista de nombres de prisioneros de conciencia cubanos es bastante larga.
Entonces, no puedo creer en el dictamen de un Consejo de Derechos Humanos de la ONU, cuya pérdida de visión justa los instala en el campo de la indecencia y se prestan a los re juegos de un régimen caracterizado por pisotearlos y ofrecer al mundo la mentira por realidad y hacer de la calidad del embuste la garantía de su mejor producto de exportación, los informes a las agencias internacionales. FIN. LG/09.
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