miércoles, 3 de junio de 2009

LA TRATA, EL COMERCIO MUNDIAL Y EL FIN DE SIGLO XIX.

LA TRATA, EL COMERCIO MUNDIAL Y EL FIN DE SIGLO XIX.
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana.

La Trata de esclavos fue la mayor inmigración forzada de seres humanos producida en la cuenca del Caribe. Pero no representó solamente esto, sino mucho más, porque produjo la definitiva alteración racial de la Cuenca y la mezcla de creencias y culturas que hoy mismo conforman lo que se denomina como lo caribeño.
En lo particular, representó para la isla de Cuba, el soporte esencial sobre el que basaría la economía isleña su inclusión en el mercado mundial en expansión en pleno siglo XIX.
Cuba contaba con la infraestructura necesaria. Un sistema de puertos imprescindibles encabezados por el de La Habana, extensiones de tierras improductivas en manos de propietarios ansiosos de ganancias, sólidos lazos de influencias con su metrópoli.
Indudablemente, con la introducción forzada y apresurada de africanos en Cuba desde fines del siglo XVIII con el fin de apuntalar el desarrollo del sistema de plantación, la dirigencia económica isleña garantizó la producción de mieles y azúcares con destino al mercado mundial y reforzó los lazos comerciales de la isla con los centros económicos mundiales.
El diseño social propuesto por los círculos hegemónicos de poder económico, aún en el siglo XVII, era el presentado en una de las primeras ediciones de la prensa insular al servicio de las clases dominantes: el poder del varón blanco nacido en cuna rica sobre la mujer y además sobre sus posesiones y fuerza de trabajo, los esclavos.
Sin embargo, la Trata de esclavos se convirtió en el boomerang que contribuyera al agotamiento del grupo de acaudalados hacendados criollos y permitiera el ascenso social y político de un grupo de presión singular formado por inmigrantes peninsulares.

Del trafico de esclavos a la gestión financiera.
Entre 1790 y 1821, según datos de los registros del puerto de La Habana únicamente, los traficantes de esclavos introdujeron en la isla unos 240 mil africanos. Por otros puertos del interior de Cuba, la cifra alcanzó unos 60 mil más.
Bajo presión del poderoso gobierno inglés, el rey Fernando VII firmó el tratado de supresión de la trata en sus colonias en 1817. Este acuerdo debió entrar en vigor en mayo de 1820. No obstante, en La Habana se inició un nuevo episodio el de la trata clandestina.
Con el auge de la trata clandestina sonó para Cuba la última hora de enmendar su destino. Si los ideólogos de la clase formada por los hacendados criollos, acaudalados detentadores del poder económico isleño, pensaron que el grupo de comerciantes españoles traficantes de esclavos disminuiría su poder e influencias al desaparecer los cuantiosos ingresos que la trata de negros y la refacción de las zafras les proporcionaban, erraron.
El grupo de traficantes formado por Joaquín Gómez, Julián Zulueta, Manuel Pastor, José Baró, Suárez Argudín, Juan Manuel de Manzanedo, Francisco Marty y Torrens, Miguel Biada, el marqués de Esteva y el influyente Martínez de Pinillos, conde de Villanueva para sólo mencionar unos pocos, desarrollaron una violenta campaña de sobornos y manejo de influencias en Madrid como en La Habana con el fin de paralizar los efectos del Tratado de supresión de la trata de esclavos. Ellos introdujeron la coima, el cohecho e infectaron de corrupción la administración colonial de arriba abajo.
Un notorio perjuicio se produjo con la total alteración de la vida económica del país y gracias a sus cada vez más engrosados caudales compraron a precio de oro sus privilegios.
En 1830, la población de La Habana contaba con 46, 615 habitantes blancos, mientras que las cifras de negros y mestizos son las siguientes:
Negros esclavos de nación……………………… 15, 835
Negros esclavos criollos……………………….. 6, 995
Negros libres de nación ………………………... 5, 663
Negros libres criollos …………………………… 9, 684
Mulatos esclavos……………………………….. 1, 010
Mulatos libres ………………………………….. 8, 215
Total de negros y mulatos……………………... 47, 402
Datos que revelan la complejidad de relaciones sociales, económicas y demográficas en particular de la ciudad principal del país. Acentuadas contradicciones que el gobierno español avivará con la sola idea de que los criollos ricos e influyentes sean un rehén de su propia riqueza y no piensen en separarse de su Metrópoli.
Fueron inmigrantes españoles quienes compusieron una capa de importadores y exportadores mayoristas de productos. Ellos formaron el núcleo de lo que se convertiría en la oligarquía peninsular en Cuba y que ya en los años 50 del siglo XIX se dedicarán de lleno a la gestión financiera y luego al final de los 60 y en los 70 integrarán el grupo económico más poderoso e influyente en Cuba, gracias a los empréstitos al gobierno español para el sostenimiento de la guerra contra los independentistas cubanos.
A través del Banco Hispano - Colonial, este grupo de poder económico dominó las aduanas de la isla y propició el mantenimiento del poder colonial español sobre Cuba, mientras pagaba el esfuerzo del Ejército colonial en el archipiélago. Sus figuras más conspicuas y mayores accionistas eran: Manuel Calvo, Julián Zulueta, José Baró, Herrera Samá, Antonio López, Manuel Pastor.
Con su accionar en detrimento de la economía insular mediante el despojo y descapitalización, ellos garantizaron primero el empobrecimiento de la isla y el alargamiento de las guerras de independencia.

De una sociedad de castas a una sociedad de clases.
La Trata de esclavos reafirmó en Cuba una sociedad de castas durante el siglo XIX. El sistema de plantación deformó la economía insular hasta el siglo XX e impidió el desarrollo diversificado y equilibrado del país. El racismo inherente, el temor al negro, la supervivencia de la estructura colonial después de la instauración de la República cubana se debió en mucho al lastre que la Trata de esclavos representó para la Historia socio-cultural cubana.
La transformación de la sociedad cubana en una sociedad de clases se inició a partir de los años 70 y 80 del siglo XIX. La “modernización” invadió los centros urbanos principalmente gracias al desarrollo de una sociedad de consumo propiciada por factores endógenos y otros externos, no menos importantes.
Los grupos españoles de poder económico sobre todo los que representaron a la oligarquía económica financiera y enriquecida con el tráfico de esclavos, al ser propietarios de líneas navieras y la infraestructura adecuada acentuaron el carácter mercantil del proceso de transformación de la sociedad a una sociedad clasista.
Este período ha sido objeto de pocos estudios desde el punto socio cultural por causa de la importancia concedida a las contiendas independentistas por una parte y por otra a la negligencia de los propios investigadores quienes han privilegiado el estudio de eventos épicos en detrimento a los hechos socio - culturales. Aspecto que merece un trabajo aparte. FIN. LG/07.
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Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana.

La Trata de esclavos fue la mayor inmigración forzada de seres humanos producida en la cuenca del Caribe. Pero no representó solamente esto, sino mucho más, porque produjo la definitiva alteración racial de la Cuenca y la mezcla de creencias y culturas que hoy mismo conforman lo que se denomina como lo caribeño.
En lo particular, representó para la isla de Cuba, el soporte esencial sobre el que basaría la economía isleña su inclusión en el mercado mundial en expansión en pleno siglo XIX.
Cuba contaba con la infraestructura necesaria. Un sistema de puertos imprescindibles encabezados por el de La Habana, extensiones de tierras improductivas en manos de propietarios ansiosos de ganancias, sólidos lazos de influencias con su metrópoli.
Indudablemente, con la introducción forzada y apresurada de africanos en Cuba desde fines del siglo XVIII con el fin de apuntalar el desarrollo del sistema de plantación, la dirigencia económica isleña garantizó la producción de mieles y azúcares con destino al mercado mundial y reforzó los lazos comerciales de la isla con los centros económicos mundiales.
El diseño social propuesto por los círculos hegemónicos de poder económico, aún en el siglo XVII, era el presentado en una de las primeras ediciones de la prensa insular al servicio de las clases dominantes: el poder del varón blanco nacido en cuna rica sobre la mujer y además sobre sus posesiones y fuerza de trabajo, los esclavos.
Sin embargo, la Trata de esclavos se convirtió en el boomerang que contribuyera al agotamiento del grupo de acaudalados hacendados criollos y permitiera el ascenso social y político de un grupo de presión singular formado por inmigrantes peninsulares.

Del trafico de esclavos a la gestión financiera.
Entre 1790 y 1821, según datos de los registros del puerto de La Habana únicamente, los traficantes de esclavos introdujeron en la isla unos 240 mil africanos. Por otros puertos del interior de Cuba, la cifra alcanzó unos 60 mil más.
Bajo presión del poderoso gobierno inglés, el rey Fernando VII firmó el tratado de supresión de la trata en sus colonias en 1817. Este acuerdo debió entrar en vigor en mayo de 1820. No obstante, en La Habana se inició un nuevo episodio el de la trata clandestina.
Con el auge de la trata clandestina sonó para Cuba la última hora de enmendar su destino. Si los ideólogos de la clase formada por los hacendados criollos, acaudalados detentadores del poder económico isleño, pensaron que el grupo de comerciantes españoles traficantes de esclavos disminuiría su poder e influencias al desaparecer los cuantiosos ingresos que la trata de negros y la refacción de las zafras les proporcionaban, erraron.
El grupo de traficantes formado por Joaquín Gómez, Julián Zulueta, Manuel Pastor, José Baró, Suárez Argudín, Juan Manuel de Manzanedo, Francisco Marty y Torrens, Miguel Biada, el marqués de Esteva y el influyente Martínez de Pinillos, conde de Villanueva para sólo mencionar unos pocos, desarrollaron una violenta campaña de sobornos y manejo de influencias en Madrid como en La Habana con el fin de paralizar los efectos del Tratado de supresión de la trata de esclavos. Ellos introdujeron la coima, el cohecho e infectaron de corrupción la administración colonial de arriba abajo.
Un notorio perjuicio se produjo con la total alteración de la vida económica del país y gracias a sus cada vez más engrosados caudales compraron a precio de oro sus privilegios.
En 1830, la población de La Habana contaba con 46, 615 habitantes blancos, mientras que las cifras de negros y mestizos son las siguientes:
Negros esclavos de nación……………………… 15, 835
Negros esclavos criollos……………………….. 6, 995
Negros libres de nación ………………………... 5, 663
Negros libres criollos …………………………… 9, 684
Mulatos esclavos……………………………….. 1, 010
Mulatos libres ………………………………….. 8, 215
Total de negros y mulatos……………………... 47, 402
Datos que revelan la complejidad de relaciones sociales, económicas y demográficas en particular de la ciudad principal del país. Acentuadas contradicciones que el gobierno español avivará con la sola idea de que los criollos ricos e influyentes sean un rehén de su propia riqueza y no piensen en separarse de su Metrópoli.
Fueron inmigrantes españoles quienes compusieron una capa de importadores y exportadores mayoristas de productos. Ellos formaron el núcleo de lo que se convertiría en la oligarquía peninsular en Cuba y que ya en los años 50 del siglo XIX se dedicarán de lleno a la gestión financiera y luego al final de los 60 y en los 70 integrarán el grupo económico más poderoso e influyente en Cuba, gracias a los empréstitos al gobierno español para el sostenimiento de la guerra contra los independentistas cubanos.
A través del Banco Hispano - Colonial, este grupo de poder económico dominó las aduanas de la isla y propició el mantenimiento del poder colonial español sobre Cuba, mientras pagaba el esfuerzo del Ejército colonial en el archipiélago. Sus figuras más conspicuas y mayores accionistas eran: Manuel Calvo, Julián Zulueta, José Baró, Herrera Samá, Antonio López, Manuel Pastor.
Con su accionar en detrimento de la economía insular mediante el despojo y descapitalización, ellos garantizaron primero el empobrecimiento de la isla y el alargamiento de las guerras de independencia.

De una sociedad de castas a una sociedad de clases.
La Trata de esclavos reafirmó en Cuba una sociedad de castas durante el siglo XIX. El sistema de plantación deformó la economía insular hasta el siglo XX e impidió el desarrollo diversificado y equilibrado del país. El racismo inherente, el temor al negro, la supervivencia de la estructura colonial después de la instauración de la República cubana se debió en mucho al lastre que la Trata de esclavos representó para la Historia socio-cultural cubana.
La transformación de la sociedad cubana en una sociedad de clases se inició a partir de los años 70 y 80 del siglo XIX. La “modernización” invadió los centros urbanos principalmente gracias al desarrollo de una sociedad de consumo propiciada por factores endógenos y otros externos, no menos importantes.
Los grupos españoles de poder económico sobre todo los que representaron a la oligarquía económica financiera y enriquecida con el tráfico de esclavos, al ser propietarios de líneas navieras y la infraestructura adecuada acentuaron el carácter mercantil del proceso de transformación de la sociedad a una sociedad clasista.
Este período ha sido objeto de pocos estudios desde el punto socio cultural por causa de la importancia concedida a las contiendas independentistas por una parte y por otra a la negligencia de los propios investigadores quienes han privilegiado el estudio de eventos épicos en detrimento a los hechos socio - culturales. Aspecto que merece un trabajo aparte. FIN. LG/07.
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