AL RITMO DE LA MÚSICA
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-05-23.
La producción, promoción y comercialización de la música cubana han perdido el ritmo.
En días recientes, culminó lo que aquí en la isla llaman La Fiesta del disco cubano, la Feria Internacional del Disco cubano. Este año el Cubadisco, principal evento anual del disco, lo dedicaron a la música campesina.
Al parecer, la selección fue decidida por la urgencia gubernamental de reforzar la campaña para sacar del bache la cuestión de las tierras abandonadas a las malezas y levantar la decaída producción agropecuaria. Además, de pretender revalorizar el trabajo agrícola como destino laboral de miles de personas que están en riesgo de perder su trabajo a causa de la crisis que atraviesa el país.
El evento anual del disco cubano sirvió para homenajear a veteranos intérpretes de la música campesina que tuvieron su momento de gloria y de fama hace más de tres o cuatro décadas y que hoy pocos reconocen y otorgar premios a producciones musicales que poco tienen que ver con el gusto actual del público.
Conciertos, recitales y presentaciones de cantantes y agrupaciones musicales se sucedieron en un maratón de unos diez días en salas de teatros medio vacías, porque el público mayoritario nada tiene que ver con una producción a adquirir en una moneda ausente de los bolsillos de los consumidores. A lo que hay que añadir que la música campesina no tiene una gran demanda comercial entre el público comprador joven.
Sin embargo, son los vendedores ilegales de CD-ROM y VCD de música cubana (ahora la moda empuja al gusto de la mayoría hacia el reggaetón) y extranjera que en algunas calles de la capital isleña quienes sí tienen éxito de ventas porque exhiben grabaciones de los intérpretes más populares de ese género a un precio que oscila entre $30 y $50 pesos moneda nacional o $1,50 y $ 2 pesos en moneda convertible.
Si los vendedores de CD-ROM y VCD pudieran organizar un Cubadisco paralelo sería quizás un mayor suceso comercial que el oficial. Simplemente, porque llegaría directamente a la población una producción en concordancia con la demanda.
Ocurre además que al analizar el panorama musical cubano en general y compararlo con las décadas de gloria y fama anteriores es notoria la falta de cantantes de primera línea. Salvo dos o tres figuras, hoy septuagenarias, el resto no pasa de ser solistas cuyas expectativas no van más allá que las de un aficionado con calidad suficiente para subir a un escenario.
Muchos podrán preguntarse cómo un país tan reconocido por aportar grandes nombres y ritmos a la música en América y el resto del mundo perdió el compás del desarrollo musical.
A pesar de contar con premios a unos pocos artistas en certámenes prestigiosos de repercusión mundial se impone absolutamente esta respuesta: el lastre de la intervención oficial con sus planes de trabajo y el control de funcionarios ignorantes de los entresijos de la producción cultural ocasionaron que el nivel de la producción musical cubana descendiera.
La burocracia no tiene sentido musical, así como carece de humor. Alguien, como buen conocedor, me dijo hace poco que la buena música se hace con alegría y el ritmo sale del corazón y no de las aulas de las escuelas de música. FIN. LG/10.
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