lunes, 22 de junio de 2009

LA VIVIENDA DE NATACHA

LA VIVIENDA DE NATACHA
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana.

Natacha es una prima paterna de Julio. Este primo mío la visita en su casa del Vedado de vez en cuando, últimamente la visita poco en realidad. Y en cada ocasión, recuerdan sus salidas nocturnas en una Habana que disponía variados centros de recreación para disfrute de sus residentes y visitantes provincianos.
Sin embargo, me cuenta Julio que su prima Natacha lo recibe en el portal desde hace unos años. La razón no es otra que ahorrarle la mala impresión del interior de la vivienda y de los desvencijados muebles que puede llevarse la visita familiar.
La casa de la prima Natacha que también fue de sus padres ha perdido ya la mitad del techo y la sexagenaria no tiene medios suficientes para reparar el desastre de una casa con unos muros que cargan cerca de cien años.
Esta realidad es la que viven ahora mismo tantos cubanos. Viven en viviendas en muy mal estado, prácticamente inhabitables. Recientemente, una funcionaria de la municipalidad de La Habana Vieja reveló en una entrevista de un canal nacional de la televisión que en esa zona de la capital cubana existían unas veinte mil familias que habitan en viviendas situadas en ciudadelas cuyo estado constructivo es pésimo. Siempre hay quien se arriesga y se construye una habitación con desechos de maderas en el patio de la casa de los padres, si hay espacio, pero con mínimas condiciones de hábitat.
A pesar de las construcciones anuales de varios miles de viviendas por parte del gobierno, las cifras no alcanzan nunca para satisfacer las necesidades de la población. Necesidades que pueden clasificarse en dos categorías: las que están obligadas a abandonar una vivienda sin posibilidad de reparación y las que necesitan ampliarse por convivir en una sola vivienda varias generaciones de una misma familia.
Un francés de paso por La Habana me contó que en su país, debido a los altos precios del metro cuadrado de las casas y apartamentos, los jóvenes prefieren vivir con sus padres hasta más allá de los treinta años. ¡Y me lo dijo como si fuera algo muy raro!
La forma de vida familiar en Cuba ha vuelto a ser casi a partir del clan. Y la opción más socorrida actualmente es la de la emigración para tener su casa.
Así sucedió con Marlén de reciente visita con sus hijos en La Habana. Residente en Nueva Jersey, desde hace unos años, solo gracias a la lotería de visas estadounidense, pudo tener un apartamento para ella y sus hijos. Y aunque extraña a su madre, hermanas y sobrinas, no lamenta para nada haber salido del cuarto con barbacoa en que vivió muchos años en el reducido apartamento donde viven todavía su madre, dos hermanas y cuatro sobrinos adolescentes.
¿Qué posibilidades reales tiene los jóvenes de tener una vivienda si desean contraer matrimonio? Muy pocas, para no tocar el extremo de decir ninguna. Esto conspira hoy día con la baja tasa de natalidad en el país, además de otros factores. Es muy extraño encontrar ya familias con una prole numerosa. Y en los próximos diez años, los cubanos mayores de cincuenta años serán una buena parte de la población. El envejecimiento de la población traerá entonces nuevas necesidades. Fin. LG/07.
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Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana.

Natacha es una prima paterna de Julio. Este primo mío la visita en su casa del Vedado de vez en cuando, últimamente la visita poco en realidad. Y en cada ocasión, recuerdan sus salidas nocturnas en una Habana que disponía variados centros de recreación para disfrute de sus residentes y visitantes provincianos.
Sin embargo, me cuenta Julio que su prima Natacha lo recibe en el portal desde hace unos años. La razón no es otra que ahorrarle la mala impresión del interior de la vivienda y de los desvencijados muebles que puede llevarse la visita familiar.
La casa de la prima Natacha que también fue de sus padres ha perdido ya la mitad del techo y la sexagenaria no tiene medios suficientes para reparar el desastre de una casa con unos muros que cargan cerca de cien años.
Esta realidad es la que viven ahora mismo tantos cubanos. Viven en viviendas en muy mal estado, prácticamente inhabitables. Recientemente, una funcionaria de la municipalidad de La Habana Vieja reveló en una entrevista de un canal nacional de la televisión que en esa zona de la capital cubana existían unas veinte mil familias que habitan en viviendas situadas en ciudadelas cuyo estado constructivo es pésimo. Siempre hay quien se arriesga y se construye una habitación con desechos de maderas en el patio de la casa de los padres, si hay espacio, pero con mínimas condiciones de hábitat.
A pesar de las construcciones anuales de varios miles de viviendas por parte del gobierno, las cifras no alcanzan nunca para satisfacer las necesidades de la población. Necesidades que pueden clasificarse en dos categorías: las que están obligadas a abandonar una vivienda sin posibilidad de reparación y las que necesitan ampliarse por convivir en una sola vivienda varias generaciones de una misma familia.
Un francés de paso por La Habana me contó que en su país, debido a los altos precios del metro cuadrado de las casas y apartamentos, los jóvenes prefieren vivir con sus padres hasta más allá de los treinta años. ¡Y me lo dijo como si fuera algo muy raro!
La forma de vida familiar en Cuba ha vuelto a ser casi a partir del clan. Y la opción más socorrida actualmente es la de la emigración para tener su casa.
Así sucedió con Marlén de reciente visita con sus hijos en La Habana. Residente en Nueva Jersey, desde hace unos años, solo gracias a la lotería de visas estadounidense, pudo tener un apartamento para ella y sus hijos. Y aunque extraña a su madre, hermanas y sobrinas, no lamenta para nada haber salido del cuarto con barbacoa en que vivió muchos años en el reducido apartamento donde viven todavía su madre, dos hermanas y cuatro sobrinos adolescentes.
¿Qué posibilidades reales tiene los jóvenes de tener una vivienda si desean contraer matrimonio? Muy pocas, para no tocar el extremo de decir ninguna. Esto conspira hoy día con la baja tasa de natalidad en el país, además de otros factores. Es muy extraño encontrar ya familias con una prole numerosa. Y en los próximos diez años, los cubanos mayores de cincuenta años serán una buena parte de la población. El envejecimiento de la población traerá entonces nuevas necesidades. Fin. LG/07.
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