sábado, 31 de agosto de 2013

CUBA Y LA GLOBALIZACIÓN. POR LUCAS GARVE, 2013-08-02.
Los inicios del proceso de globalización hay que buscarlos a finales del siglo XV. Cristóbal Colón arribó a las costas de nuestro hemisferio occidental en 1492 y sin saberlo contribuyó no sólo a demostrar la redondez del planeta, sino también a acercarlo un poco a la escala humana.
Los procesos de conquista y colonización de los territorios adonde el Descubridor llegó con todo el empuje vital del Hombre del Renacimiento dieron al traste con civilizaciones establecidas y desarrolladas en estas tierras americanas. Pero al mismo tiempo, comenzó el intercambio humano, vegetal y animal más grande que ha conocido la Humanidad.
De esta manera, el intenso tráfico entre los territorios del hemisferio occidental y Europa, debido a la explotación de minerales, alimentos, hombres y animales acercaron definitivamente las poblaciones de ambos lados del océano.
En este proceso el intercambio produjo un resultado novedoso para la especie humana  como  es el mestizaje y la reproducción de especies del mundo vegetal en condiciones geomorfológicas diferentes con la correspondiente alteración de sus normas originales.
Al mismo tiempo, la cargazón de materias primas, riquezas y alimentos que nutrió a una Europa sedienta de nuevos sabores y mejores abrigos, de materiales suntuosos y de conocimiento de parajes exóticos hasta entonces prohibidos incluso de imaginarlos hizo naufragar en el horizonte lejano cualquier recuerdo de los siete pecados capitales.
En los puertos europeos desembarcan el chocolate, la papa, el maíz, la quina, la plata, el oro y la sífilis en cantidades inimaginables hasta entonces, mientras en la recién bautizada América llegan el caballo, el perro, la rueda, armas de fuego, la rueda y la varicela junto con la peste y la viruela.
Más toda esta monumental campaña entre los dos hemisferios no se realizó sin el apoyo decisivo de la tecnología que había dado un paso de avance muy importante para la época y gracias a los cuales fue posible alcanzar las metas anheladas por el espíritu y el cuerpo humano del Hombre renacentista.
El astrolabio, la vela en triángulo, el desarrollo de los astilleros y el avance en el diseño de barcos mayores junto al conocimiento de las corrientes marinas  también se conjuntaron para hacer posible la titánica empresa de trasladar hacia el Occidente los hombres y los vehículos que harían posible la puesta en explotación de poblaciones enteras y de tierras nuevas como principal contribución al reforzamiento del desarrollo industrial  y al nacimiento del capitalismo europeo.
En medio de toda esta barahúnda de dimensión inmensa, se sitúa por obra y suerte de su situación geográfica la isla de Cuba, una de las primeras tierras a las que el Descubridor  pisó en su primer viaje.
Posición geográfica que la privilegió aunado al hecho de la existencia de una configuración geomorfológica de sus costas adecuada para resguardar las Flotas que transportaron hacia el Este las riquezas que el incipiente capitalismo europeo necesitaba para su expansión y poderío. Los imperios de la época ansiosos de posesiones y riquezas extendieron hacia los mares  sus fronteras territoriales y las tierras más allá del horizonte físico.
Por consecuencia, los puertos cubanos de La Habana, Matanzas, Trinidad, Cienfuegos, Santiago de Cuba consiguieron establecer líneas de comunicación directas con sus iguales en el continente europeo y posibilitar el trasiego de gentes, mercancías, plantas,  animales domésticos, objetos suntuosos.

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