sábado, 31 de agosto de 2013

Vínculos indiscutibles
Lucas Garve, 2002, noviembre, LA HABANA –
Existen lazos innegables entre la vida cubana y la de los Estados Unidos, que se remontan a siglos anteriores.
Mas estos vínculos se remontan mucho más atrás. Primero, con certeza, fue el comercio. Añejos lazos comerciales unieron a los productores de las 13 Colonias con habitantes de poblados cubanos, a través del llamado comercio de rescate -simplemente, contrabando.
Más tarde, debido a rivalidades entre Estados europeos, los hacendados azucareros y cafetaleros criollos pudieron vender libremente sus producciones a compradores de Filadelfia, Baltimore, Nueva York y Boston. Durante la Guerra de Independencia de las 13 Colonias, los patriotas reforzaron la conexión comercial para sobrevivir al bloqueo británico. En un momento difícil para los patriotas del norte, las más ricas damas de La Habana donaron 1 millón 200 mil libras tornesas (plata), que sirvieron para apoyar la marcha hacia Yorktown.
El desarrollo azucarero cubano y la riqueza de las principales familias productoras de La Habana s estableció en buena medida con la venta del dulce producto a la clientela estadounidense y la importación de productos manufacturados.
La entrada de la economía cubana en el mercado mundial gracias a la producción de azúcar contribuyó a crear lazos de relaciones comerciales y mercantiles entre los ciudades y puertos del Sur de los EEUU y los puertos de La Habana y de Matanzas. Relaciones económicas que propiciaron el intercambio material y espiritual entre los dos pueblos a partir del fortalecimiento del contacto entre las dos culturas.
Décadas después, durante la Guerra de los Diez Años, muchos cubanos se exilaron en los Estados Unidos. La razón de este exilio fue la represión desatada por los voluntarios, organización paramilitar auspiciada por el gobierno colonial de la Isla.
Luego, cuando se produjo el regreso a la Patria, aquellos exiliados aficionados al béisbol introdujeron su práctica en Cuba. Mientras, en Matanzas, Miguelito Faílde escribía su música para los salones sociales de Matanzas, puerto comercial muy activo.
Las Alturas de Simpson era un barrio matancero, famoso por sus fiestas, parrandas y hembras hermosas, propiedad del inefable Mr. Simpson, dueño del club de pelota homónimo. En este club jugaba el cátcher Jacinto Pérez, famoso bailador de danzón y compadre de Miguel Faílde. Pérez era vecino a la vez de Don José Amieva, médico conspirador y aficionado al béisbol, quien utilizara los juegos en el estadio Palmar del Junco para ocultar actividades conspirativas.
El 9 de junio de 1899, en Matanzas, Miguel Demetrio Faílde Pérez montó en el tren expreso con destino a La Habana. La gira no tenía solamente carácter artístico. Faílde y su orquesta tocarían en los intermedios y al final del encuentro de béisbol entre el Club Matanzas y el Fé habanero. El evento lo anunció el periódico La Aurora, de Matanzas, el día anterior.
El mulato Faílde era un fanático del béisbol. También un mal jugador. Pero, para que pudiera disfrutar en privado su afición deportiva, Luis Simpson, norteamericano dueño de tierras y otras propiedades en Matanzas, buen amigo y mejor admirador suyo, le cedió un terreno para la práctica de su deporte favorito.
Faílde fue el creador del danzón. Reconocido después como el baile nacional de un país de bailadores. El juego de béisbol -la pelota en Cuba- desarrollado en los Estados Unidos, ganó auge cuando exiliados cubanos en ese país regresaron durante el período de entreguerras de la Paz del Zanjón. Dos componentes de la identidad nacional, el béisbol y el danzón, se ligaron desde su inicio a cierta influencia norteamericana.
Investigadores de la música cubana aseguran que el danzón surgió en 1877. Otros fijan la fecha en 1879. Según Aurora Gómez Faílde, nieta de Miguel Faílde, fue en 1878, en la casa del conde de Luna -la Quinta Luna- en cuyos salones se interpretó inicialmente la pieza que el 1ro de enero de 1879 Faílde estrenó en los salones del Club Matanzas, "Las Alturas de Simpson".
En fecha tan temprana se unían ya danzón y pelota; baile y deporte. El baile y el juego nacionales. Con el tiempo, "Las Alturas de Simpson" devino en la tatarabuela de la salsa.
La modernidad cubana estuvo siempre apuntalada desde todo punto de vista por las relaciones que se anudaron gracias al contacto de tipo material y el intensivo trasiego de mercancías, pobladores y costumbres que se readaptaban y se reacomodaban a las condiciones del contexto cubano.
Todos los factores concertados: música, deporte, baile, conspiraciones libertarias e influencias norteamericanas, ayudaron a formar una cultura, que hoy es la nuestra.
FIN.

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