sábado, 31 de agosto de 2013

 Divorcio en Cuba: causas y consecuencias / Lucas Garve

LA HABANA, Cuba, enero, http://www.cubanet.org -Una camagüeyana pidió una aclaración a la sección de consultas jurídicas de la emisión matinal del informativo del canal 2 de la televisión. Ella quería informarse acerca de la situación que enfrenta con su ex marido, quien pretende tener derecho a la mitad de la casa de la que ella es propietaria. La respuesta dejó sin derecho al reclamante.
En todas partes numerosos casos de divorcio terminan en litigios por la casa. Y si tenemos en cuenta que Cuba cuenta con el mayor índice de divorcios en Latinoamérica, unido a una escasez enorme y creciente de viviendas, ya podrá tenerse una idea de la magnitud del problema.
Cuba fue el primer país latinoamericano en aprobar una ley de divorcio. Eso ocurrió en el año 1918, aunque ya en 1903 se había presentado en la Cámara de Representantes un proyecto que no fue aprobado. El hecho bien puede compararse con países como Francia y Estados Unidos.
La campaña fue decidida por la crítica de un número importante de ciudadanos, encabezados por reconocidos intelectuales cubanos y por el movimiento feminista, en desacuerdo con el concepto de matrimonio que subordinaba a la mujer como si fuera una propiedad de su esposo.
A tal punto era perjudicial para la mujer este desamparo legal, que algunos hombres se arrogaban el derecho de asesinar a su esposa por el delito de infidelidad, y como castigo solamente recibían una pena de destierro.
Entre 1970 y 2009 el índice de los divorcios en la isla se ha triplicado, según el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. Pero fue en 1963 cuando se sobrepasaron por primera vez los valores ínfimos que marcaban desde que se aprobó la referida ley.
Si en 1970 la proporción era de 22 divorcios por cada 100 matrimonios, subió a 39 en 1981, y alcanzó 64 por cada 100 matrimonios en 2009, cuando hubo 35, 034 sentencias firmes, según datos del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas.
En general, el promedio de duración de los matrimonios arroja un período entre 10-15 años, para un 35 % de la población cubana que es casada, según los datos de la ONE.
Realmente para los cubanos es muy fácil divorciarse. Basta que uno o ambos cónyuges acudan a una notaría y lo pidan. El divorcio cuesta 100 pesos en moneda nacional (5 dólares), y para obtenerlo hay que presentar la certificación de matrimonio, una de nacimiento de los hijos menores de edad, si existen, y el título de propiedad de la vivienda, únicamente cuando los cónyuges la hayan adquirido en común.
Múltiples son las causas que propician la disolución de los matrimonios cubanos. Primeramente, muchas parejas se casan muy jóvenes. Abandonan los estudios, y cuando tienen hijos se agravan los sempiternos problemas económicos. Además, la mayoría de los recién casados pasa a formar parte de la familia extendida de uno de los conyugues, agrupada en una vivienda en la que conviven hacinadas hasta tres o cuatro generaciones, lo que promueve conflictos familiares.
Aumentan también las contradicciones entre las necesidades individuales y las de la pareja y la familia, en lo que respecta al consumo. En un país donde el sueldo de un profesional universitario no sobrepasa un dólar diario, el dinero no alcanzan ni para resolver las necesidades básicas de los individuos, y se reduce el nivel de vida.
Asimismo, pesan las influencias de terceras personas que conviven con el matrimonio, como los suegros, a las que se suman frecuentemente la drogadicción, el alcoholismo y otros males que crecientemente azotan a nuestra sociedad.
No debe soslayarse el hecho de que hace tiempo el matrimonio dejó de ser la vía única para legitimar la paternidad. Y la visión del mismo como un contrato de índole económica también se transformó, al no ser mediada por valores mercantiles dada la generalizada pobreza y la casi absoluta falta de bienes materiales y posesiones de los cubanos, aunque existe la transmisión hereditaria en el caso de la vivienda. Pesan igualmente las redefiniciones que los roles de padre y madre han tenido en los últimos años dentro de la familia cubana; al igual que la desintegración de la familia en general debido a fenómenos como la emigración y el distanciamiento forzoso de los hijos, enviados a escuelas en el campo alejadas del hogar durante años.
Todo esto hace que el análisis de las causas y consecuencias del divorcio en Cuba resulte muy complejo. Una complejidad que se debe, en gran medida, al efecto pernicioso del poder político dentro del seno de la familia durante el último medio siglo, fenómeno que no existe en otros países.
Aquella república
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Mi abuela nació en las postrimerías del siglo 19. Tenía la piel del color del alba. Creo que por eso la nombraron Clara. Casó en el último año del siglo cuando era aún jovencísima. Durante los primeros veinte años de la República, mis abuelos se dedicaron a engendrar y a criar sus diez hijos.

Mi abuelo era militar de profesión. Cuando acabó la Guerra de Independencia cubana tenía grados de teniente y con ellos en las hombreras continuó durante la República. Murió en 1936 y claro que no lo conocí. Mi abuela no dejó la casa, y atender a su familia fue la mejor ocupación que encontró. Mis tías y tíos estudiaron en escuelas públicas y llegaron a diplomarse en la Universidad, fueron médicos, pedagogos, uno militar y mi madre, farmacéutica. Vivieron y fallecieron, salvo mi madre que los sobrevive, en el siglo 20 cubano.

No supe de sus tristezas. Nunca me parecieron descontentos. En algún momento debieron serlo, pero mis recuerdos y las fotos que se conservan reflejan imágenes de personas muy estables y alegres. Fotos hay por varios centenares. Bautizos, bodas, nacimientos, reuniones familiares, excursiones, baños en ríos, playas y piscinas, despedidas, en los trabajos y un largo etcétera.

Visitar las casas de mis tíos era como entrar en recintos llenos de objetos admirables y me parecía que para ellos eran cosas simples y naturales. La casa de mi madrina en Placetas, un pueblo en el centro de Cuba, tenía un pasillo muy largo con un piso muy pulido y realmente propicio para una buena carrera, mientras los "grandes" conversaban encerrados en el comedor de puertas de malla metálica. Pero tanto no permitían, quizás una o dos carreras. Entonces, como entretenimiento me dejaban hurgar entre los libros de los tres estantes situados al comienzo del corredor, escoger algún disco entre los tantos que esperaban junto al tocadiscos y, lo mejor, me dejaban ponerlo. Así pasaban  las horas de la visita que se prolongaba al almuerzo y terminaba al final del mediodía con los saludos previos a la partida.

Generalmente, "a los muchachos", nos ocupaban en algo instructivo. Había que leer revistas nacionales y extranjeras. Eran personas a quienes no les gustaba perder el tiempo, creo. Tampoco se nos permitía perderlo a nosotros, quienes estábamos convencidos de que teníamos todo el tiempo del mundo por delante. Además, todo estaba regido por horas.

Entiendo hoy que todos no vivieron de la misma forma, pero no puedo creer que la República fuera el desastre que en el presente anuncian.

Nadie recuerda ahora que Estrada Palma fue un Presidente honesto que dejó al final de su gobierno las arcas del Tesoro bastante bien colmadas. José Miguel Gómez llegó a la presidencia con una popularidad que sólo las emociones tropicales consolidan. Menocal dotó al país de una moneda nacional tan fuerte como el dólar. Machado urbanizó la Isla  y trató de forjar una industria nacional. Luego, la ola que lo derrocó trajo, con el Gobierno de los Cien Días, las medidas más revolucionarias en todo sentido que conociera América Latina en aquella época. En la primera presidencia de Batista se construyeron más escuelas rurales y sanatorios y casas de socorro que nunca antes y se promulgó la Constitución del 40 como producto de una Asamblea Constituyente en la que no faltó ningún sector del espectro político. Fue verdaderamente una discusión democrática y una muestra de la civilidad alcanzada.

En los años veinte, el florecimiento de la cultura no tuvo parangón y durante otros veinte años se prolongó un ambiente y una atmósfera cultural sin precedentes para una isla de nuestras dimensiones. Al mismo tiempo que los adelantos tecnológicos asombraban y contribuían a cambiar a una sociedad lanzada al consumo en una carrera vertiginosa por competir con las más grandes capitales del mundo occidental.

Durante toda esa época, mi familia vivió, creció, se ramificó, trabajó, se hizo respetar,  dio sus frutos, leyó, cantó, bailó,  amó y fue amada. Ahí están los testimonios gráficos, las fotos, del granito de arena que ellos fueron en las historia de la República. Como muchas otras familias, más o menos conocidas, quizás del todo desconocidas. Mas todas formaron aquella República a la que hoy pretenden olvidar.
؟Existe un habla cubana? Acuciosa mirada de Lucas Garve

Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Con Dime cómo hablas, Editorial Carta de Cuba, 2006, el profesor, investigador y periodista independiente Lucas Garve, con profundidad y concisión, cubre la urgencia de llenar el vacío lingüístico sobre nuevos modos de hablar del cubano en las últimas cuatro décadas. Modos surgidos a raíz del cataclismo social iniciado en 1959, que conmovió hasta las bases mismas de la sociedad y del idioma.

Lucas Garve señala en su libro de 96 páginas las vías que han conducido al cambio lingüístico en la norma cubana:

- Pares de oposición binaria que ordenan el paradigma: revolución versus contrarrevolución.

- Surgimiento de un léxico emergente apropiado a las nuevas circunstancias (...) El reciente poder impuso un discurso revolucionario sustituto del antiguo (metalenguaje).

- Ganó la calle el flamante discurso revolucionario apoyado por los medios de comunicación masiva casi en su totalidad (...) con el paso de la prensa escrita, la radio y la televisión a la propiedad del estado revolucionario.

- Metalenguaje revolucionario por la formación de siglas, basado en el principio de la economía lingüística: INRA, EBIR, INDER, MINCÍN, OFICODA, JUCEPLÁN, ORI, INIT, MINAZ, UNEAC, MINFAR, MININT, ICAIC, ANCHAR, SMO, para sólo mencionar algunas.

Siglas, dice Garve, que a su vez originaron nuevos vocablos o aumentaron la frecuencia de uso: cooperativista, planificador, interventor, cuadro (dirigente), militante, combatividad, combativo, FMC (federada), CDR (cederista), beca (becario, becado), combatiente en guerras externas (internacionalista).

También "términos peyorativos que se adaptaron para identificar a los no participantes en el proceso revolucionario, o a los que no lo hacían de grado consecuente; oposición binaria: rebelde vs. esbirro (simpatizante o funcionario del anterior gobierno); militante vs. bitongo, combativo; mercenario o apátrida a quienes optaban por huir al exilio".

Otros muchos nuevos modismos idiomáticos que han pasado al léxico y al habla cotidiana en los últimos cuarenta y siete años son bien razonados, incluso rastreada su etimología en muchos casos en el ensayo del periodista independiente, fundador de la Fundación por la Libertad de Expresión, quien, al concluir su trabajo, hace la pregunta retórica: ¿Hay un habla cubana?

El Master en Lengua Francesa de la Universidad de La Habana relaciona cronológicamente a destacados lingüistas de la Isla que se han ocupado en dar categoría y resonancia legítima a la norma cubana idiomática.

Corresponde la primicia al fraile cubano José María Peñalver. En 1788 creó la Cátedra de Elocuencia y Literatura en el habanero convento de la Merced, y en 1795 leyó su Memoria sobre la Promoción de un Diccionario Provincial de la Isla de Cuba, en la Sociedad Económica de La Habana. El inventario de lingüistas que se han ocupado de las peculiaridades del habla cubana es muy extenso, y llega hasta nuestros días. Hemos de pensar que Lucas Garve, por méritos propios, tenga su espacio entre esos filólogos.

Los editores de Dime cómo hablas han colocado al final, como anexo, dos artículos de Garve muy bien imbricados en el tema central del ensayo: La escuela cubana: actualidad y perspectiva, y La sociedad y los intelectuales en la república cubana, que ayudan a comprender mejor las ideas expuestas en su libro. Y de paso, muestran la acuciosa mirada de Lucas Garve (Luis G. García Vega) sobre el pasado y presente de Cuba, en su sustancia como nación.

Como señala con justeza el propio autor, "merece escudriñar entonces el cómo y por qué se habla actualmente en Cuba como lo hacemos. Viviendo en una sociedad que ha padecido de influencias y transformaciones sucesivas durante más de cuatro décadas, la necesidad de aferrarnos a nuestros reales valores identitarios constituye una vía de salvación que una a la sociedad cubana en su camino hacia la verdadera democracia".
LOS MITOS CULTURALES Y LOS RELATOS DE IDENTIDAD
Por Lucas Garve.
La cultura oficial instituyó el mes de octubre como el de celebración de lo denominado como la Cultura Cubana. ¿Existe una Cultura Cubana? ¿Qué se entiende cómo Cultura Cubana?
El comienzo de la primera Guerra de Independencia, su inicio el 10 de octubre de 1868, conocida como la Guerra de los Diez Años por la historiografía cubana, marca actualmente según la propaganda política oficial el primer hecho cultural cubano. El 20 de octubre el aparato ideológico oficial lo designó como la fecha para marcar el Día de la Cultura Cubana. El evento lo justificaron porque en 1868, se cantó por primera vez la marcha que luego se adoptaría como el Himno Nacional cubano.
De esta forma, la historiografía oficial cubana vincula la identidad cultural cubana con la acción de inicio de la primera de nuestras guerras de independencia. ¿Entonces la Cultura Cubana posee un marcado carácter de acción violenta? ¿Es la violencia separatista de un grupo de hacendados blancos de la región oriental la que impregna con esa impronta la Cultura Cubana en su búsqueda de un camino hacia la Modernidad?
Una y otra vez la historiografía oficial escrita desde el 1902 hasta hoy y pautada por los derroteros ideológicos y las necesidades políticas del régimen cubano ha aprovechado esta interpretación de los acontecimientos ocurridos en octubre del 1868.
¿Habían ocurrido en Cuba otros eventos de esa índole? Sí. Un ejemplo, muy poco interesante para  muchos de los historiadores que asentaron en blanco y negro la Historia de Cuba, es la conspiración de Aponte.
En 1818, José Antonio Aponte Ulabarra junto a otros integrantes del Batallón de Morenos intervinieron en una conjura que tuvo ramificaciones en Trinidad y Puerto Príncipe (Camagüey). Esta conspiración implicaba la participación de elementos libres en su mayoría, pero además esclavos.
Una conspiración que es relevante en la Historia de Cuba por la amplitud de sus conexiones establecidas sobre la base de redes de sociabilidad como cabildos, cofradías, grupos gremiales (pues en el caso de Aponte era carpintero y formaba parte del Batallón de Morenos) redes familiares y redes de afinidad familiar.
Pero más interesante aún es que estos miembros del citado Batallón poseían un imaginario o relato conformado por los Batallones de Tropas Negras Auxiliares que habían intervenido en campañas en Haití y La Florida. Tan es así que entre los documentos y objetos ocupados a Aponte anotaron un libro con imágenes que reflejaban una especie de linaje cuyo propósito inmediato no podría ser otro que el de recrear, legitimar y transmitir un relato que sirviera de base a la construcción de un imaginario concreto que restituyera a negros y mestizos su identidad.
Inexplicablemente, este libro, documento esencial para entender y extender el alcance de la postura de José Antonio Aponte, nunca ha aparecido y solamente se cuenta con las descripciones transcritas en las copias de los interrogatorios de J A Aponte, quien las detalló cuidadosamente. (Ref. María del Carmen Barcia, Los Ilustres Apellidos: Los negros en La Habana Colonial. Sección Notas # 234, pág. 323. Colección Raíces. Ediciones Boloña. Publicaciones de la Oficina del historiador de La Habana, 2009).
Vale la ocasión para destacar las relaciones establecidas con el proceso sucedido en Haití como elemento de reforzamiento del prestigio de la raza negra. Es preciso señalar asimismo los deseos de ascensión social de los individuos pertenecientes a este grupo de descendencias de origen africano, directas o nacidas en Cuba, criollos. Las vías con que contaron fueron las únicas dos que la época les ofrecía: la religión y la militar. A pesar que estos Batallones de negros y mestizos obedecieron las órdenes de sus superiores, en su interior no dejó de surgir el sentido de la libertad e independencia.
Las cofradías religiosas fueran católicas o de tradición africana, así como la incorporación a Batallones militares y a asociaciones secretas como los juegos abakuá aportan relaciones de confiabilidad y solidaridad que no han merecido la atención requerida por su importancia en la formación de la idiosincrasia del cubano. No menos desdeñables es la participación de estos individuos en sociedades como las masónicas.
A partir de 1880, se desarrolló un amplio proceso de transformación de la sociedad colonial cubana en pos de la culminación en una sociedad de consumo. Las asociaciones civiles tuvieron un enorme crecimiento.
Profundas fueron las redes de sociabilidad de todo tipo surgidas a partir de los años 80 del siglo XIX, las que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX. Los Casinos Españoles de la Raza de Color aparecieron en los años 80 del siglo XIX como una forma de hacer clientelismo y manipular a la población negra en apoyo a la Metrópoli española. Mientras grupos de población negra y mestiza pertenecientes a las capas populares se organizaron en asociaciones caracterizadas principalmente por estar orientadas hacia la instrucción y al recreo.
También se desconoce hoy que esas sociedades tuvieron ramificaciones entre los emigrados. Asociaciones de ese tipo surgieron y agruparon a numerosos miembros en Cayo Hueso, Tampa y Nueva York, núcleos importantes de cubanos en los EEUU.
Es curioso que algunas de estas asociaciones como es el caso del Centro de Cocheros mantenía escuelas para niños negros, mestizos y blancos de familias de capas populares, aunque la mayoría de sus integrantes fueran negros y mestizos. Lo que revela que los lazos de sociabilidad se formaban en torno a la situación socio - económica más bien antes que por grupos de descendencia.
Las sociedades de negros y mestizos alcanzaron en 1887 un nuevo impulso, trece de estas agrupaciones se reunieron para formar el Directorio Central de Sociedades de Color registrado oficialmente en 1888 bajo la presidencia de Santiago Pérez y Juan Gualberto Gómez como presidente honorario.
Las principales sociedades económicas de negros y mestizos, con menos recursos que sus similares españolas, ofrecieron servicios de salud en centros de salud y farmacias mantenidas hasta el siglo XX. Figuras destacadas en esta acción fueron el Dr. Delgado Jorrín, director de la clínica del Centro de Cocheros y la Dra. María Latapier de Céspedes, farmacéutica a cargo de la farmacia de la sociedad Unión Fraternal.
Entre las de extensa historia está Unión Fraternal, fundada en 1885, con una vida prolongada hasta bien entrado el siglo XX, además contó con un Centro de Enseñanza, servicios médicos y farmacéuticos y clases nocturnas para adultos. En las dos primeras décadas del siglo XX las élites negras y mestizas se agruparon en Le Printemps, La Sociedad de Amigos del Vals, Círculo Progresista y la Sociedad de Estudios Científicos y Literarios.
En 1917, personalidades de las élites negras fundaron el Club Atenas, el 32% de sus miembros eran profesionales, 19% industriales y comerciantes, propietarios y ya en los años 50 funcionaba como un grupo de presión social. Estas sociedades estuvieron activas hasta el 1960.
Desde finales del siglo XIX hasta los 40 del siglo XX, estas sociedades contaron con de medios de prensa llegando a tener 37 periódicos y revistas, sin contar los boletines y folletos de las sociedades de todas las provincias. Los que sirvieron para divulgar ideas de progreso, educación e instrucción a miembros de ambos géneros de este grupo de descendencia.
Hubo un sinnúmero de personalidades negras y mestizas relevantes en la educación y las Bellas Artes, la Música, la Prensa. Destaco el caso de Antonio Medina, maestro y formador de juventudes al decir de hoy, al ser comparado con José de la Luz y Caballero. También fue redactor del Faro Industrial entre 1840 y1842. Fundó el colegio Nuestra Señora de los Desamparados, donde dispensó la enseñanza más avanzada a negros y mestizos, que después jugaron un papel destacado en Cuba, el más relevante fue Juan Gualberto Gómez que fue profesor en ese centro.
Hubo mujeres negras destacadas incluso en la prensa al ocupar un lugar relevante en periódicos y revistas, Úrsula Coimbra de Valverde, Cristina Ayala, Carmelina Sarracent, Salie Derosme. Mujeres negras que demostraron el valor intelectual de las de su grupo de descendencia al seguir las huellas de las matronas y reinas de los cabildos o de otras como Úrsula Lambert.
Es la ocasión ejemplar para destacar la personalidad de esta mujer haitiana que vivió en Cuba,  la que se convirtió en protagonista de una película reciente en la que solamente destacan   su relación amorosa dependiente del amor de un hacendado europeo blanco y no como mujer negra libre e industriosa que al morir dejó un cuantioso legado testamentario, incluso como acreedora de su propio cónyuge.
 Estudiosos, investigadores e historiadores cubanos han profundizado en sus obras en el tejido social y civil del sector negro y mestizo, esclavos y libre y criollos, pero los han encerrado en fondos de bibliotecas y quedaron para el conocimiento y estudio de especialistas sin divulgación suficiente entre el público en general.
En los libros de texto de Historia de Cuba estos relatos no han tenido espacio. Generaciones de cubanos han aprendido una Historia parcializada e incompleta. De esta forma, se oculta la memoria histórica de este componente imprescindible para la formación de una Nación cubana.
También, poco interés aparte de la notación y datación simples, despertaron  las redes que negros y mestizos habían construido mediante intereses comunes como parte de una sociedad esclavista fundada en la violencia de una estructura de clases afincada en la hegemonía del  “hombre blanco dueño de haciendas sobre mujeres y esclavos, sin ninguna duda de su masculinidad”, para designarlo al modo que lo hizo cierto anónimo en aquellos primeros papeles fundacionales publicados en el Papel Periódico de La Habana a finales del  1700.
Los cabildos, asociaciones étnicas o por grupos de descendencia, grupos gremiales, lazos inter - familiares, lazos de relación a partir de etnias, vinculaciones de tipo religioso mediante las familias religiosas a un padrino o un babalawo sirvieron su espacio para establecer redes de confianza, solidaridad y de apoyo financiero mediante préstamos, legados, herencias.
Desde el siglo pasado, las preocupaciones sobre la Cultura Cubana movieron a distinguidos intelectuales cubanos a estudiar desde sus puntos de vista las relaciones entre Cultura y formación de la Nación.
Hasta el presente, esos estudios e investigaciones han aparecido sistemáticamente, pero en la mayor parte de las ocasiones, para no ser absoluto, impregnados por la visión sociopolítica de sus autores. A partir de estudios socio culturales basados en teorías euro centristas unas, otras surgidas en medios científicos y universitarios de América del Norte, pero ajenas a nuestra particular identidad cultural.
Es posible preguntarnos si estas visiones de la formación de la Nación se basan en la pluralidad que dispensan los estudios multidisciplinarios revisados con una mirada identitaria propia o exclusivamente ofrecen un examen de la datación de eventos y la acción de las figuras más relevantes para una épica nacional, embriagados por un latente mesianismo oculto detrás de un premeditado relato de una Nación que sirva a los intereses particulares de la clase política o una copia de otros de diferentes latitudes.
Una clase política liderada por hombres blancos, guerreros en su mayoría, heterosexuales, transmisores de una hegemonía que se reproducía desde siglos anteriores y legó sus valores a las generaciones posteriores al 1902.
Hay aún preguntas por replantearse en el sentido de una actualización de este fenómeno socio – político – cultural – territorial. ¿Existe una Nación cubana? ¿La Nación cubana es ese espacio intangible heredado y formado solamente por los que se denominan “revolucionarios” proclamados por el régimen comunista como dueños de las calles, las plazas y las instituciones?
Este pretendido predominio de una configuración ideo-política sobre el espacio geográfico físico identificado como la Nación cubana no es válido, primeramente por ser excluyente, luego por dividir en “guetos” o archipiélagos sociales la sociedad e impedir, a la vez,  la formación de una cultura cívica, la que hace falta para tratar de buscar el camino de sanación de las grietas espirituales que padece la sociedad cubana y, por último, porque no garantiza el reconocimiento de la multiplicidad de individualidades que conforman el archipiélago sociológico cultural existente hoy en Cuba a pesar de las imperiosas necesidades de aprobación social del régimen en torno a su agotado proyecto de Nación.
¿Hay pues una Nación cubana con una Cultura con carácter identitario y de unicidad?  ¿Son la rumba, los cantos rituales y bailes de la tradición yoruba, el ballet clásico y el flamenco, la canción política llamada Nueva Trova, el bolero, la pintura abstracta o la nueva figuración, el teatro y sus personajes travestidos, los mítines masivos con sus actos políticos - culturales tan patéticos el reflejo de la Cultura cubana? Indudablemente no.
¿Quedan las representaciones concreto-sensibles reflejadas en las Artes en Cuba como un muestrario del producto de una “Alta Cultura elitista y blanca”, la cual ya en los primeros decenios del siglo pasado dio muestras claras de agotamiento junto con un anexo donde caben las llamadas expresiones populares de una cultura de resistencia o el conjunto de experiencias vitales de negros, mestizos y blancos cada uno por su lado?
El relato de la Nación cubana por construir nuevamente no puede rescribirse sin anotar por su relevancia el reconocimiento de los grupos de descendencia africana, necesitado de reconocerse a sí mismos, descubrir y reincorporar un imaginario que no sea solamente un catálogo de imágenes religiosas y poses pintorescas a la manera de Landaluze, sino reconocer la identidad en toda su dimensión que les ha sido escamoteada, escondida, relegada, desvalorizada.
Todas estas interrogantes debemos plantearlas frente a cada evento con que nos quieren imponer una representatividad ilegítima. Simplemente, porque no son una expresión auténtica producida por el esfuerzo creativo de sujetos socializados por la relación obtenida mediante la comunicación y la integración de ellos con otros actores insertos en redes de sociabilización dentro de sus comunidades. Son una especie de pastiches con que nos han querido confundir para que no descubramos nuestros propios valores.
La revisión de los mitos culturales que conforman un relato de la Nación deberá servir para actualizar una Modernidad – Otra diferente de la que nos legaron mediante un proceso que convirtió a Cuba en una sociedad de consumo primero y luego 60 años más tarde la redujeron a  la quiebra material y espiritual que experimentamos hoy en día.
El proceso de recapitalización de los valores espirituales de los ciudadanos redundará en la reapropiación de un espacio que es nuestro por derecho y la acumulación de riquezas espirituales en la medida en que sepamos distinguir las prioridades imprescindibles en cada momento y nos apartemos de perder el tiempo que ya se nos acaba en recurrir a mitos cosechados y visiones parciales para engañarnos una y otra vez.
FIN. LG/10.
Bibliografía:
-Barcia, María del Carmen. Capas Populares y Modernidad en Cuba (1878 – 1930) Colección La Fuente Viva. Fundación Fernando Ortiz, 2005.
-Barcia, María del Carmen. Los Ilustres Apellidos. Negros en La Habana Colonial. Ediciones Boloña. Oficina del Historiador de La Habana, 2009.
Hevia Lanier, Oílda: El Directorio Central de las Sociedades Negras de Cuba. 1886-1894, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
  La Habana, 2010-10-04.
                                                   

 HISTORIA DE UN BALLET. ¿60 AÑOS DE BALLET EN CUBA?
Por Lucas Garve. Fundación por la Libertad de Expresión. La Habana, 2010-03-06.
La semilla del arte del ballet clásico penetró en tierra cubana en 1931, exactamente, el 30 de junio de 1931. A instancias de la Sra. Natalia Aróstegui de Bolognini, se abrió la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro Arte Musical de La Habana.
Fundada por la Sra. María Teresa García Montes de Giberga y otras damas de la sociedad habanera interesadas en promover las Artes en Cuba, dicha Sociedad sirvió de terreno fértil para que un grupo de alumnos desarrollaran su talento en este arte. Más tarde, ellos pusieron su empeño y  creatividad para la formación de la primera compañía profesional de ballet de Cuba.
El ruso Nikolai Yavorsky  fue el primer maestro de ballet de esa escuela. El preparó las primeras filas de bailarinas y bailarines cubanos. Desde 1931, la flamante escuela de ballet presentó cada año un espectáculo de ballet.
El primero fue la Noche de Walpurgis de Gounod en 1931. En el 1932, subió a escena el ballet completo La Bella Durmiente del Bosque, en el que apareció quien el mundo entero conocería como Alicia Alonso. Entre 1933 y 1938, la escuela de ballet continuó con sus montajes anuales de este arte danzario.
Luego en 1940, bajo la dirección de Georges Milenoff subió a escena  en el Teatro Auditorium, sede de la mencionada Sociedad,  Dioné, el primer ballet de tema cubano con música debida al maestro Sánchez de Fuentes.  En su producción, intervinieron Alicia y Fernando Alonso en los roles, el maestro Sánchez de Fuentes y Georges Milenoff, su coreógrafo.
 Sobre este hecho artístico Antonio Quevedo, uno de los críticos de arte más renombrados de Cuba de esa época escribió, ,:  “La creación de un cuerpo de ballet con elementos propios es una enorme obra de trascendencia artística y social…”
En 1941, la escuela de ballet de Pro Arte es dirigida por un cubano.  Un egresado de la propia escuela y uno de los que posteriormente darían lustre y fama al ballet nacional cubano, Alberto Alonso.
En el año 1942, Alberto Alonso montó el ballet Petruchka con gran éxito. Después,  vendría el montaje de las Bodas de Aurora, dirigido por Alexandra Denísova. La Denísova y Fernando Alonso desempeñaron los roles principales. El maestro  José Ardévol condujo la orquesta.
Acerca de esta producción anotó en las páginas del periódico El Mundo José Manuel Valdés-Rodríguez, uno de los mejores críticos de arte en la historia del periodismo cubano: “El Petruchka logrado por Alberto Alonso y el maestro José Ardévol es,  como obra de conjunto, de rigor y honestidad artística, superior a otras presentaciones hechas en La Habana  y comparable a las mejores vistas en otras latitudes…”
En 1951, el maestro y coreógrafo Alberto Alonso creó Orfeo, con música de Gluck, dirigida por el maestro Paul Csonka, bailado por Elena del Cueto, Lydia Cruz y Luís Trápaga en los roles principales de Eurídice, El Amor y Orfeo.
 Luís Amado Blanco, otro conocedor profundo del arte, escribió para el periódico Información en enero del 1952: “ Alberto Alonso (…) coreógrafo de una certera sensibilidad actual para el logro perfecto de sus fines (…) por su obra tan rotundamente madura, y tan atrevidamente moderna”.
Por su lado, Fernando y Alicia Alonso, en aquel entonces casados,  crearon en 1948 el Ballet Alicia Alonso. El director general era Fernando Alonso y su hermano Alberto el director artístico, el director musical Ben Steinberg,  jefe de escena Reynaldo de Zúñiga, directora de guardarropía Ernestina del Hoyo ( la madre de Alicia Alonso) y otros más como auxiliares de dirección.
Las primeras figuras eran Alicia Alonso e Igor Youskevitch, solistas principales Barbara Fallis y Melissa Hayden, también los hermanos Alonso, Helen Komarova, Paula Lloyd, Cynthia Riseley y Michael Maule, más 20 bailarines que formaron el cuerpo de baile. Entre estos últimos, dos nombres que harían una destacada carrera nacional e internacional,  Dulce Wohner y Leonela González.
Apuntalada por el éxito obtenido en los escenarios norteamericanos en el rol de Giselle, que la hizo famosa mundialmente, Alicia Alonso y su compañía hacen giras, ofrece funciones populares como la patrocinada por la empresa cervecera La Polar en el estadio universitario  y crea una escuela de ballet propia.
De esta institución saldrían más tarde bailarinas y bailarines cubanos que engrosaron las filas del que después del 1959,  identificaron como Ballet Nacional de Cuba. Como muchos de otros logros cubanos, a partir del 1959, el apoyo gubernamental al desarrollo del ballet es innegable.
Todo comenzó por una reunión a altas horas de la noche de Alicia y Fernando Alonso con Fidel Castro a principios del 1959, introducidos por el capitán del Ejército Rebelde Antonio Núñez Jimenez, espelólogo y geógrafo, compañero de armas de Castro, en la cual el gobernante cubano prometió todo su apoyo al mantenimiento de una escuela y compañía de ballet.
Alicia Alonso ostenta todavía el rango de Prima ballerina assoluta, a pesar de los años. Una de las más grandes bailarinas del siglo XX, la Alonso es un icono de la cultura oficial, y no cesa de representar a su gobierno en todos los lugares donde su compañía se presenta.
Unidas,  la experiencia de los Alonso a una cuantiosa e incesante subvención gubernamental crearon una poderosa escuela de ballet con rasgos muy particulares, reconocida como escuela cubana de ballet, que forma bailarinas y bailarines clásicos excelentes.
A partir de finales de los 60, la compañía de ballet cubana comenzó a cosechar premios internacionales de gran relevancia en sitios donde el ballet clásico contaba con una tradición de más de un siglo.
Las generaciones de bailarines se sucedieron y  numerosas graduaciones de bailarines engrosaron las filas del BNC convirtiéndolo en una de las compañías más grandes del mundo, que ha nutrido durante estos 50 años las filas de muchos de las principales compañías de ballet debido a la cantidad de integrantes que  han abandonado el país y su agrupación.
Embajadora del arte cubano y de su gobierno, Alicia Alonso, a sus 90 años, no deja de dirigir con mano firme la compañía que fundó y mantiene el estilo del ballet clásico aún en el siglo XXI a despecho de las tendencias contemporáneas.
FIN. LG/10.
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PERIODISMO HISPANO EN ESTADOS UNIDOS
Por Lucas Garve. 2012-10-21.
El año de 1808 marca la fecha de aparición del primer periódico en EEUU que se redacta en español, El Misisipí. Las publicaciones hispanas de los EEUU han tenido desde su primera historia hasta nuestros días que ofrecer informaciones alternativas y muchas veces contrarias a las publicadas por la prensa angloparlante. El periodismo hispano asumió desde siempre funciones y responsabilidades nunca ejercidas por los periódicos y revistas en España y América Latina.
Estas funciones han abarcado, además de anunciar productos, servicios y noticias locales y mundiales a: el activismo social y político, la promoción del civismo, la defensa de la comunidad hispana, el patrocinio de las celebraciones patrióticas y culturales, la provisión de un foro para la expresión e ideas del público por medio de cartas, la publicación de poesías, cuentos, ensayos, novelas y hasta obras teatrales para el entretenimiento y la elevación del nivel cultural de la comunidad, en cuanto a esta última función algunos periódicos crearon casa editoriales para una difusión a mayor escala de la producción intelectual y artística de los hispanos.
El periodismo hispano se desarrolló, como es natural en territorios donde existe una comunidad hispana importante, primero en el sudoeste de los EEUU (antiguos territorios del norte de Méjico) y en la costa este en nueva York, y la Florida posteriormente.
Entre 1848 y 1910, se produce un período en que el norte de Méjico se convierte en el sudoeste de los EEUU y esto lleva a la fundación de muchos periódicos editados en español como alternativa al flujo de informativo y cultural anglosajón.
En centros urbanos de importancia comercial e industrial como Los Ángeles y San Francisco aparecen La Estrella de Los Ángeles (1851-1855), El Clamor público (1855-1857), La Crónica (1872-1892); en San Francisco a su vez, La Voz del Nuevo Mundo (1871-1885), La República (1879-1897) y es válido apuntar que en pueblos y ciudades menores aparecen periódicos locales.
Desde esa época surge el periodismo literario entonces, una de las piezas más curiosas aparecidas en esa época es la serie publicada en La Gaceta de Santa Bárbara (4 junio- 23 julio 1881) sobre la figura del legendario bandido social Joaquín Murieta. Este personaje tuvo motivos de venganza por los abusos cometidos contra los nativos hispanos por los forasteros anglos que fueron a California impulsados por la fiebre del oro.
El comienzo del siglo XX trajo una emigración mejicana abundante al sur y al medio-oeste de EEUU a causa de la Revolución mejicana. Los obreros inmigrantes y las élites refugiadas se entremezclan con los residentes de ascendencia mejicana. Estos refugiados tuvieron un papel importante en la promoción publicitaria y en otros negocios y desde una perspectiva comunitaria difundieron una ideología de la comunidad que se dio a conocer como “el Méjico de afuera”.
La Prensa en San Antonio, La Opinión y el Heraldo de México en Los Ángeles prestaron sus páginas a los escritores de más talento de Méjico, España y Latinoamérica para que sirvieran de columnistas, reporteros y críticos. Incluso, con rango de periodistas, trabajaron dramaturgos que ofrecieron al público sus obras de teatro y vaudeville con el mayor número de obras que la prensa hispana haya publicado en EEUU.
Esos mismos periódicos sirvieron de soporte a la difusión de poesía, ensayo y novela, numerosos de ellos publicados en ellos y otros tantos en forma de libros por pequeñas compañías impresoras de periódicos también como Laredo Publishing House, Spanish American Printing de los Ángeles, Imprenta Bolaños Chaco Hnos. de San Diego, etc.
Todo lo publicado en ese período lleva implícito la difusión de una ideología tradicionalista y conservadora que busca de cierto modo proteger la lengua materna –el español- y la identidad mejicana en el medio ambiente amenazado por la influencia socio-cultural anglosajona.
Ignacio E. Lozano fue el político, empresario más perseverante en la proyección de esta ideología pues fue el fundador de los dos periódicos más importantes en la historia del periodismo hispano de la época: La Prensa de San Antonio (1913) y La Opinión de Los Ángeles. Su labor sobre todo fue la de proporcionar información y servicios a la comunidad hispana.
La industria periodística hispana con influencia mejicana en el sudoeste de EEUU sufrió su caída en el período de la Gran Depresión y la repatriación a Méjico de un gran segmento de la población mejicana residente y sólo vuelve a proliferar en el período de posguerra y con el movimiento chicano.
PERIODIOSMO HISPANO EN LA COSTA ESTE DE EE UU
En el siglo XIX, surgen periódicos editados en español en Nueva York y Tampa. Principalmente, en comunidades de hispanos de origen español, cubano y mejicano. Tenemos como ejemplos El Mensajero Semanal (1828-1831), El Mercurio de Nueva York (1828-1833), La Crónica (1850), pero fue a finales de siglo que la producción periodística creció sin dudas como respuesta a la creciente inmigración hispana y a las campañas político-culturales de las guerras de independencia y a la Guerra Hispano-americana.
Es notoria la importancia para nosotros, de la fundación del periódico Patria (1892-1898) por José Martí y Pérez en Nueva York. Medio de difusión de las ideas independentistas del Apóstol y del fervor patriótico y de unión de las comunidades cubanas en los EEUU y vehículo de otras voces de patriotas intelectuales cubanos.
Otro periódico importante para la comunidad hispana fue Las Novedades (1893-1918) fundado por Pedro Henríquez Ureña, además La Gaceta Ilustrada de la comunidad portorriqueña y El Porvenir y la Revista Ilustrada.
Ya en el siglo XX, las empresas periodísticas españolas y cubanas dominaban el ambiente cultural e informativo. En la primera década, se funda La Prensa que existe todavía con el nombre de El Diario-La Prensa, después de la fusión con El Diario de Nueva York en 1963. También, en esos años surgieron Sangre Latina, de la Universidad de Columbia, la Revista Pan Americana, La Paz, la Revista Mensual de Comercio, Literatura, Ciencias y Artes.
Es para destacar que en 1927, comenzó a publicarse el semanario Gráfico, fundado por el cubano Alberto O’Farrill, escritor y actor del bufo y dirigido por un grupo de artistas y escritores, muchos ligados al auge del teatro hispano en Harlem, Manhattan y Brooklyn. Realmente una revista que además de informar noticias generales y de la comunidad, publicaba variedades culturales, crítica de zarzuelas, teatro bufo cubano, cuentos, poesías, etc.
Con la Depresión y la resonancia de la Guerra Civil Española en los años 30, aparecen publicaciones de corte liberal y socialistas. En 1930, Vida Obrera y en 1943, Cultura Proletaria y España Libre. Además entre los 30 y los 40, se hace visible ya la tendencia nacionalista portorriqueña con la publicación de Alma Boricua (1934-1935).
La evolución del periodismo hispano en Tampa, La Florida tuvo un desarrollo particular. Porque a fines del siglo XIX la industria tabacalera de Cuba se traslada a esa ciudad por causa de la guerra de independencia y por acercarse a sus mercados principales y evitar tarifas de importación. Divisiones étnico-raciales tuvieron su eco en la creación de asociaciones mutualistas como el Centro Español, El Centro Asturiano, el Círculo Cubano y la Sociedad Martí-Maceo.
Hubo revistas y diarios que defendían los intereses de los patronos y otras los intereses de los obreros, por ejemplos, La Revista de Rafael Ibor, hijo del dueño de la fábrica de tabacos más importante y del otro lado los órganos de los tabaqueros de Tampa: Federación, Federal, El Internacional, Boletín Obrero.
Surgieron también la revista quincenal El Cubano (del Círculo Cubano de Tampa), La Raza (1918), Tampa Ilustrado y La Gaceta, todas defendían los intereses de la comunidad hispana y en ellas publicaron numerosos artículos, publicidad y páginas literarias.
 Aparte de los periódicos de importancia, productos de empresas de consideración, los que distribuían sus diarios en muchos pueblos y ciudades, fueron abundantes también los semanarios de los que hubo centenares, los que representaban el tipo de publicación hispana más frecuente porque contaban con un equipo y servicio modesto. Estos últimos difundían las noticas más importantes de la región, la nación y del mundo hispano, además de ofrecer literatura, ensayos, crítica literaria y representaban todos en conjunto el eje de la resistencia lingüística cultural en respuesta a la abrumadora asimilación cultural anglosajona.
En los años 1920 hasta finales de los 30 hubo un florecimiento de la prensa hispana, con su natural consecuencia en el periodismo literario en el sudoeste sin dudas se sentía la influencia mejicana, pero en Nueva York y Tampa, las influencias de las comunidades cubanas y españolas fueron más fuertes. Este período tuvo como característica que se hizo sentir en los EEUU una conciencia hispana pues hubo una integración de escritores y editores de muchos países de habla hispana.
En La Florida, la instalación de una extensa colonia de exiliados cubanos y con los años latinoamericanos en general produjo la creación del Diario de Las Américas de Horacio Suárez y en los 70 la aparición de El Nuevo Herald, la aparición de pequeñas revistas y semanarios relacionados con los exiliados cubanos para su información local y comunitaria.
Sin lugar a dudas la influencia de las Tics, marcó una nueva etapa en el desarrollo de la prensa hispana en EEUU y las páginas digitales de periódicos editados en español cubren acontecimientos mundiales, nacionales, locales y publicitan servicios brindados en la comunidad.
FIN.
 



Futuro para Cuba
Algunos opositores nos hemos reunido con el fin de elaborar un primer bloque de propuestas al gobierno -que no será el único- para utilizar variantes que sirvan de solución a algunos de los problemas sociales y económicos que existen en el país.
Primero que todo queremos dejar claro que estas sugerencias, no son precisamente la salida que necesita el pueblo de Cuba a la innumerable cantidad de dificultades que tiene acumuladas, pero pueden significar un inicio al camino a la libertad y la democracia.
Además de las “medidas” que el gobierno está proponiendo con el fin -según plantea- de obtener un nuevo modelo económico, existen toda una serie de prohibiciones, algunas de ellas que no están ni siquiera legisladas, que si se abolieran, contribuirían mucho a la posibilidad del saneamiento de la economía; así como a eliminar fuentes de corrupción, de ilegalidades y personas que vayan a prisión por el incumplimiento de disposiciones, que –en la mayoría de los casos- no son más que delitos generados por el propio sistema.
Resultaría importante oír las opiniones de la población sobre estos temas a todo lo largo del país, por lo que el gobierno debería permitir que la oposición realice reuniones públicas para conocer los criterios de la sociedad y además enriquecer las propuestas, que no tienen que ver con los aspectos que se tratarán en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, pero que indirectamente traerían un alivio sustancial a algunos estratos sociales y en otros casos a toda la población.
La mayoría de estas propuestas están vinculadas a la propiedad personal y las libertades individuales. Basadas en prohibiciones a los ciudadanos, que generan situaciones negativas, algunas afectan a grupos de personas y otras a toda la sociedad. Los derechos individuales constituyen la coraza defensiva del ciudadano frente a las extralimitaciones o abusos de la autoridad estatal. Es por eso que es necesario garantizar las libertades personales fundamentales. Dado que la Constitución de 1976, no otorga derechos exigibles, durante todos estos años se han ido creando una serie de prohibiciones que son inapelables y que traen como consecuencias las ilegalidades, el encarcelamiento, la corrupción, el llamado enriquecimiento ilícito y la estratificación social, entre otras.
Eliminar algunos de los aspectos que se plantean en este documento, sería un paso positivo hacia las soluciones de los grandes problemas que tenemos.
El orden que se les ha dado, no tiene que ver con la importancia que tiene uno u otro.
1.- La autorización de la compra venta de viviendas, eliminaría una gran cantidad de trámites burocráticos, personas cometiendo ilegalidades y también de corrupción.
El Estado ha ido interfiriendo en lo relacionado con las “permutas”, (un invento criollo) de forma tal que en estos momentos –incluso- hay que medir las casas para ver cuantas personas pueden vivir en ella. No se le permite a un ciudadano decidir quiénes viven con él, ni en que espacio quiere residir y en qué lugar desea hacerlo.
Los trámites de las permutas son extremadamente engorrosos y permiten que funcionarios de la vivienda se enriquezcan, al igual que los llamados “permuteros”, todo ello basado en las restricciones que impone el gobierno.
2.- La libertad de viajar es algo que agradecería mucho el pueblo e incluso la economía. Una parte de las personas que quedarán cesantes, y a los que el gobierno llama “disponibles” podrían salir del país a trabajar en otros lugares del mundo y así traer remesas a sus familiares. Esto conllevaría el hecho de no dividir las salidas en temporales y definitivas, eliminar esta barrera; así como que el Estado no se quede con  los bienes de los que emigran por una causa u otra. Cosa esta que trae aparejada una gran corrupción y chantaje por parte de aquellos que están vinculados al control de los que viajan.
Incluiría quitar la prohibición a los profesionales, que tienen que conseguir una carta del Ministro del organismo en que trabajan y en muchos casos esperar 5 años para poder hacerlo, mientras están sujetos a toda una serie de vejámenes por parte de las autoridades y en su centro de trabajo.
No se hace mención a los cubanos residentes en el exterior, ya que este bloque de posibles soluciones está dedicado a los derechos conculcados de los que viven en el país.
3.- Eliminar las regulaciones migratorias internas que no permiten el libre movimiento de los ciudadanos, en particular hacia la Ciudad de La Habana, según lo establecido en el Decreto No.217 de 22 de abril de 1997.
4.-La libre contratación de los deportistas, para que puedan competir en ligas profesionales en otros países y que se les permita regresar al deporte en la isla, y formar parte de los diferentes equipos, si así lo desearan
5.- La carta circular de fecha 24 de marzo de 2001 del Consejo de Ministros prohíbe la venta y traspaso de vehículos entre particulares y solo autoriza los traspasos de los del área capitalista importados antes del triunfo de la “Revolución” en los años 1959 y 1960 y prohíbe la permuta entre particulares o entre estos y el Estado.
Los negocios de compra venta se mantuvieron de forma ilegal, llevándose a cabo sin el correspondiente traspaso. Esta restricción ayudó a aumentar el precio de los que tenían traspaso, a pesar de ser más viejos. Hoy en día, los autos con más de 50 años, llamados popularmente “Almendrones” son un peligro dentro de las ciudades, ya que no tienen la forma técnica necesaria para garantizar su correcto funcionamiento, no obstante que pasan los dos requerimientos, el FICAV, conocido como “Somatón” y la reinspección de la policía de tránsito; pero todo el mundo conoce que la autorización para que rueden tiene un precio y bastante alto, incluso para los vehículos estatales.
Aquellos que compraron carros sin traspaso, cuando necesitan hacer trámites, incluso en algunas ocasiones, son chantajeados por los antiguos propietarios, que exigen alguna suma de dinero para ellos personarse en los lugares correspondientes.
La eliminación de la restricción de venta  para este tipo de autos y sus traspasos, los cambios de motor, que también resultan ilegales; aliviaría múltiples problemas, incluso si se reconociera la venta en el momento en que se realizó, ya que algunos de los vendedores han fallecido o abandonado el país.
6.- Acceso a los “fondos” de las bibliotecas, por parte de cualquier ciudadano del país, sin tener que justificar con un documento, para qué necesita consultar cualquier obra. Esta restricción a la población ha sido uno de los aspectos que más  ha contribuido a la pérdida de la memoria histórica.
7.- Eliminar el registro de piezas de bienes culturales, para que se le permita a cada persona hacer con su propiedad lo que estime pertinente
8.-Derogar la medida que limita la propiedad de los patios a menos de 250 metros cuadrados en zonas urbanas, según las Res. 2/91 y 50/09 en relación con los artículos 122 y 128 de la Ley General de la Vivienda en la que se estipula que el dueño tendrá que pagar 15 pesos moneda nacional por metro cuadrado, para inscribir el terreno en litigio en el Registro de Límites y Linderos de Planificación Física.
9.- Que el ciudadano cubano no tenga limitaciones para el uso de los medios monetarios de los que sea dueño, lo que implicaría no ser perseguido y enjuiciado por ello.
10.- Reconocer la libertad de las personas a realizar actividades culturales y deportivas y hacer uso del cobro de la entrada. El Estado puede poner una contribución para ser pagada por el que organice las actividades, que merecerían incluir: tertulias musicales, bailes, momentos culturales, exposiciones, etc.
11.- Permitir que el cubano sea inversionista de pequeñas empresas. Reconocer el derecho de los ciudadanos, cooperativistas agrícolas y no agrícolas, de recibir préstamos reembolsables con o sin intereses de ciudadanos particulares, familiares y entidades extranjeras para realizar sus trabajos en Cuba.
12.-  La posibilidad de tener el derecho de efectuar asociaciones mixtas de empresas y ciudadanos extranjeros, con ciudadanos cubanos, cooperativas agrícolas y no agrícolas, empresas particulares, arrendadores, etc.
13.- Que las personas tuvieran la posibilidad de realizar y recibir préstamos personales y particulares a tasas de interés que se fijen entre las partes, pudiera ser incluso, dentro de un rango que establezca el Estado.
14.- A los reclusos derechos laborales similares a los trabajadores, incluyendo los salarios, si laboran en empresas, cooperativas y otras instituciones.
15.- No decomisar los medios cuando un ciudadano resulte detenido, si no forman parte de las pruebas acusatorias, y aquellos que al final no sean constitutivos del delito, se devuelvan al reo o sus familiares.
16.- Sería muy beneficioso para la totalidad de los ciudadanos que no sean objeto de decomiso los medios de propiedad personal que formen parte de cualquier transacción entre particulares.
17.- Que no se le incauten los bienes a los ciudadanos, en el lugar donde sean aprehendidos, en la calle o durante un viaje a provincia, etc.,  sin ser conducidos a una Unidad Policial y librados los correspondientes documentos. Todo esto evitará la posibilidad de corrupción de los agentes del orden.
18.- Es necesario garantizar que todo autor, inventor, racionalizador, intelectual, disfrute de la propiedad exclusiva de su obra, y tenga el pleno derecho de autor.
19.- Que sean debidamente indemnizadas las personas,  trabajadores, familiares, ante cualquier accidente producto de su labor o de una actividad recreativa donde resulten perjudicados -por responsabilidad del Estado.
20.- Todo el que quiera trabajar en una empresa mixta o empleos en el cuerpo diplomático, debería hacerlo sin una empresa empleadora estatal, solo con la libertad de ser escogido.

José Díaz Silva
Sarah Marta Fonseca Quevedo
Luis García Vega (Lucas Garve)
Santiago Emilio Márquez Frías
Arnaldo Ramos Lauzurique
Alcides Rivera Rodríguez
Vladimiro Roca Antúnez
Martha Beatriz Roque Cabello
Tania de la Torre Montesinos
Idania Yanes Contreras

Nota: Aquellas personas que quieran suscribir este documento, podrán hacerlo mediante Internet al correo mbrcnuevocorreo@gmail.com, remitiendo su nombre, lugar de residencia y país.
También podrán firmar las personas que deseen, las hojas que circularán por todo el país.

LA HUELLA FRANCESA EN LA NOVELA PARADISO
Por Lucas Garve

Hace unos 44 años cuando la novela Paradiso del escritor cubano José Lezama Lima salió a la luz, desató toda una conmoción increíble. Luego de cuatro decenios y en el centenario de su nacimiento 19 de diciembre de 1910 en La Habana, Paradiso, el súmmum escritural de Lezama Lima, es considerada una de las dos novelas cubanas mayores de la Literatura cubana, honor que pudiera compartir en un canon muy selecto, con El Siglo de las Luces de Alejo Carpentier.
 El alejamiento de estereotipos frecuentes en la visión de un cubano de la realidad francesa es necesario para que conformen una imagen más cercana de Francia y de sus habitantes.

Aprovecho la oportunidad para trasladar información sobre la influencia francesa en la cultura cubana. Ejemplos numerosos aparecen en las páginas de los capítulos I y II de la novela: “… el altivo cocinero Luís Leng, que al conocimiento de la cocina milenaria y refinada, unía el señorío de la confiture, donde se refugiaba su pereza en la Embajada de Cuba en París,…”; “El mulato, desde lo alto de su cólera concentrada apartó el cuchillo francés de los cebollinos tiernos…” ; “Se acercaba el Coronel tarareando los compases de la Viuda Alegre, Al restaurant Maxim de noche siempre voy, con el mismo gesto de la burguesía situada en un can - can pintado por Seurat”; “…agua del filtro en cuya etiqueta de marca Chamberlain saludaba Pasteur”; “A pesar de la brevedad, las escena tuvo algo de la Antique grandeur, levada con garbo criollo”.
El autor al trasladarnos el reflejo de la imagen de la vida nacional nos ofrece un corte de los sedimentos culturales que conformaron el terreno cultural cubano de la época. Una presencia que ha sido olvidada casi en la misma medida de su importancia para la entrada de la Modernidad en el tejido socio cultural de la población urbana en Cuba.
Sólo una mala lectura de la novela Paradiso nos dejaría pasar por alto la evidencia que ofreció el escritor en el capítulo I, página 14 (Edición Letras Cubanas, 2006) cuando construye la imagen de un evento familiar: “Las señoras elaboraron una larga pausa para alejar el exabrupto y la vaharada, pasando después a otros temas de delicias, los encajes de Marie Monnier que la señora Rialta había visto en una revista francesa”. Continua más adelante con otra mención de la existencia de productos de la industria farmacéutica francesa cuando en boca de la señora Augusta, abuela de José Cemí, el protagonista, pone el consejo de primeros auxilios: “Toma un poco de bromuro de Fallière, decía la señora Augusta a su hija Rialta”.
En Paradiso, José Lezama Lima traslada conocimiento sobre el léxico de origen francés que utilizamos en nuestra habla cotidiana (por ejemplo las palabras: matinee, buffet, etc.) Y en lo particular a nuestro entorno, los aportes tecnológicos que importados de Francia, desde mediados del siglo XIX, permitieron el aprovechamiento de carrocerías, herrajes de todo tipo, construcciones de puentes y vías férreas, la industria farmacéutica, los adelantos en la medicina y la incorporación a la vida cubana de maquinarias y aparatos como los primeros automóviles y el cinematógrafo.
En relación directa con la novela Paradiso del escritor cubano José Lezama Lima, el autor incorporó además el léxico de aparatos y utensilios domésticos, marcas de instrumentos, nombres de medicamentos, nombres de personalidades científicas y culturales francesas, citaciones y alusiones literarias extraídas de obras de renombre mundial escritas por autores franceses para dar una visión de la importancia de esa Cultura en la isla.
Con toda certeza, Lezama Lima refleja en su obra el significado alcanzado por la influencia francesa en la vida familiar cubana a finales del siglo XIX y hasta los primeros años del siglo XX. Particularmente, en el texto de la obra Paradiso observamos la presencia de 45 palabras en francés en el texto, 51 menciones a personalidades artísticas, literarias, históricas y científicas, las citaciones en 4 ocasiones de versos y citas en francés.
Estas importantes connotaciones contribuyen a coordinar un texto que pretende ofrecer al lector la imagen multicultural de la cultura cubana y cuantos aportes enriquecedores la han surtido. Es por eso que creemos que es interesante darlos a conocer, pues contribuyen a enriquecer su visión sobre su propia identidad nacional y asimismo al afianzamiento de valores socioculturales.
Valorar la presencia cultural francesa en la formación de la imagen de la noción cultural cubana que José Lezama Lima quiso transmitirnos en su novela Paradiso al cabo de los primeros cuarenta y seis años de su publicación, justifica esta breve indagación en el texto lezamiano.

FIN






UNA APUESTA POR EL FUTURO.

El Partido de Integración Cubano-americana (PICA) afirma que la base de la sociedad cubana futura es el Individuo. Así como que el CAMBIO en Cuba es una necesidad histórica. Los individuos convertidos en ciudadanos gracias a y protegido por el Derecho conformarán el Estado y no el Estado a los ciudadanos.
El derecho de gobernabilidad y su legitimación estarán en manos de los ciudadanos agrupados en una sociedad civil independiente de circunstancias políticas. Por tanto, la Justicia y la Igualdad de oportunidades son consideradas como los dos pilares de nuestra búsqueda de bienestar ciudadano.
La soberanía del ciudadano es lo que oponemos a la soberanía del Estado. Un Estado exclusivo que ha dominado al individuo durante más de medio siglo ya y que lo ha puesto a su servicio en lugar de ser el Estado quien esté al servicio del ciudadano, del Individuo.
Las libertades ciudadanas básicas tienen que ser garantizadas por el Estado a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Pactos de Derechos fundamentales. De esta manera pretendemos lograr la Unión de todos en la diversidad, porque todos deseamos terminar con el continuismo del régimen castrista.
Pretendemos asimismo una sociedad civil que sea reflejo de la pluralidad de actores cívicos y sociales donde el respeto al individuo sea la búsqueda de soluciones a los problemas sociales que hoy aquejan a la población cubana y que facilite y propicie un clima de integración. A la vez, que la concurrencia a unas elecciones libres determinen el camino a seguir en las cuales el Partido de Integración Cubano-Americana aspira a ocupar un lugar.
En esta dirección nos empuja la realidad socio-económica de Cuba hoy al contemplar la necesidad de integración dentro del espacio geográfico-económico y socio-político que a través del transcurso histórico ha demostrado mantener lazos y relaciones interdependientes más estrechos con la isla de Cuba.
 La globalización con la creación de bloques regionales y continentales representa la posibilidad de hacer avanzar la sociedad cubana hacia la integración definitiva por el número creciente de ciudadanos de origen cubano que ostentan hoy la ciudadanía y los derechos de que gozan los estadounidenses.
Así cómo en el siglo 19, Cuba se incorporó al mercado mundial caracterizada por una economía liberal, hoy el futuro promisorio se sitúa en la dirección de la búsqueda de la interdependencia socio-económica, política y estratégica con un eje Norte-Sur para garantizar la soberanía del individuo convertido en ciudadano que las leyes de este gran país protegen.
Por consiguiente, el vocablo INTEGRACIÓN significa dejar atrás definitivamente los rasgos del pasado colonial y reconocer el cosmopolitismo inherente a las influencias positivas, sobre todo las estadounidenses, que ha recibido nuestra nacionalidad y su cultura en todo el período de formación.
 El peso de la cultura hispana, latina, cubana en los EEUU, una nación reconocida definitivamente multicultural y la influencia creciente en la vida estadounidense arrojan un balance considerable en favor de un equilibrio positivo hacia el beneficio de un proceso de integración cubano-americano y nos atestigua sobre la interdependencia entre los dos pueblos y sus culturas.
Ni en la República de 1902, ni en 1933, ni en 1940, ni mucho menso en 1959, el ciudadano cubano disfrutó totalmente de la garantía de la protección de los Derechos fundamentales del Hombre. Los rezagos del período colonial como la violencia de las relaciones sociales entre otros no lo permitieron. Solamente cuando se obtenga la garantía del respeto a la soberanía del Individuo convertido en ciudadano como fundamento del desarrollo social podremos borrar la herencia colonial negativa y encaminarnos por una vía correcta  hacia el mejoramiento de la sociedad cubana.
Por eso el Partido de Integración Cubano-Americana promueve y se esfuerza por  insistir en la necesidad histórica de lograr la soberanía del Individuo como apuesta hacia un futuro de oportunidades de bienestar socio-económico.
FIN.


Vínculos indiscutibles
Lucas Garve, 2002, noviembre, LA HABANA –
Existen lazos innegables entre la vida cubana y la de los Estados Unidos, que se remontan a siglos anteriores.
Mas estos vínculos se remontan mucho más atrás. Primero, con certeza, fue el comercio. Añejos lazos comerciales unieron a los productores de las 13 Colonias con habitantes de poblados cubanos, a través del llamado comercio de rescate -simplemente, contrabando.
Más tarde, debido a rivalidades entre Estados europeos, los hacendados azucareros y cafetaleros criollos pudieron vender libremente sus producciones a compradores de Filadelfia, Baltimore, Nueva York y Boston. Durante la Guerra de Independencia de las 13 Colonias, los patriotas reforzaron la conexión comercial para sobrevivir al bloqueo británico. En un momento difícil para los patriotas del norte, las más ricas damas de La Habana donaron 1 millón 200 mil libras tornesas (plata), que sirvieron para apoyar la marcha hacia Yorktown.
El desarrollo azucarero cubano y la riqueza de las principales familias productoras de La Habana s estableció en buena medida con la venta del dulce producto a la clientela estadounidense y la importación de productos manufacturados.
La entrada de la economía cubana en el mercado mundial gracias a la producción de azúcar contribuyó a crear lazos de relaciones comerciales y mercantiles entre los ciudades y puertos del Sur de los EEUU y los puertos de La Habana y de Matanzas. Relaciones económicas que propiciaron el intercambio material y espiritual entre los dos pueblos a partir del fortalecimiento del contacto entre las dos culturas.
Décadas después, durante la Guerra de los Diez Años, muchos cubanos se exilaron en los Estados Unidos. La razón de este exilio fue la represión desatada por los voluntarios, organización paramilitar auspiciada por el gobierno colonial de la Isla.
Luego, cuando se produjo el regreso a la Patria, aquellos exiliados aficionados al béisbol introdujeron su práctica en Cuba. Mientras, en Matanzas, Miguelito Faílde escribía su música para los salones sociales de Matanzas, puerto comercial muy activo.
Las Alturas de Simpson era un barrio matancero, famoso por sus fiestas, parrandas y hembras hermosas, propiedad del inefable Mr. Simpson, dueño del club de pelota homónimo. En este club jugaba el cátcher Jacinto Pérez, famoso bailador de danzón y compadre de Miguel Faílde. Pérez era vecino a la vez de Don José Amieva, médico conspirador y aficionado al béisbol, quien utilizara los juegos en el estadio Palmar del Junco para ocultar actividades conspirativas.
El 9 de junio de 1899, en Matanzas, Miguel Demetrio Faílde Pérez montó en el tren expreso con destino a La Habana. La gira no tenía solamente carácter artístico. Faílde y su orquesta tocarían en los intermedios y al final del encuentro de béisbol entre el Club Matanzas y el Fé habanero. El evento lo anunció el periódico La Aurora, de Matanzas, el día anterior.
El mulato Faílde era un fanático del béisbol. También un mal jugador. Pero, para que pudiera disfrutar en privado su afición deportiva, Luis Simpson, norteamericano dueño de tierras y otras propiedades en Matanzas, buen amigo y mejor admirador suyo, le cedió un terreno para la práctica de su deporte favorito.
Faílde fue el creador del danzón. Reconocido después como el baile nacional de un país de bailadores. El juego de béisbol -la pelota en Cuba- desarrollado en los Estados Unidos, ganó auge cuando exiliados cubanos en ese país regresaron durante el período de entreguerras de la Paz del Zanjón. Dos componentes de la identidad nacional, el béisbol y el danzón, se ligaron desde su inicio a cierta influencia norteamericana.
Investigadores de la música cubana aseguran que el danzón surgió en 1877. Otros fijan la fecha en 1879. Según Aurora Gómez Faílde, nieta de Miguel Faílde, fue en 1878, en la casa del conde de Luna -la Quinta Luna- en cuyos salones se interpretó inicialmente la pieza que el 1ro de enero de 1879 Faílde estrenó en los salones del Club Matanzas, "Las Alturas de Simpson".
En fecha tan temprana se unían ya danzón y pelota; baile y deporte. El baile y el juego nacionales. Con el tiempo, "Las Alturas de Simpson" devino en la tatarabuela de la salsa.
La modernidad cubana estuvo siempre apuntalada desde todo punto de vista por las relaciones que se anudaron gracias al contacto de tipo material y el intensivo trasiego de mercancías, pobladores y costumbres que se readaptaban y se reacomodaban a las condiciones del contexto cubano.
Todos los factores concertados: música, deporte, baile, conspiraciones libertarias e influencias norteamericanas, ayudaron a formar una cultura, que hoy es la nuestra.
FIN.

CUBA: NACIONALISMO  E  HISTORIA
Por Lucas Garve.
La Historia de Cuba escrita por historiadores, estudiosos, investigadores, etc. fue desde su  inicio una encomienda de Estado con fines políticos e ideológicos. La Historia de Cuba que hemos aprendido obedece entonces a criterios de formación cívica y de ninguna manera a fijar los hechos y las relaciones socio-económicas que se han anudado en una compleja madeja durante poco más de 500 años.
Desde Martín Félix de Arrate, hasta el último los historiadores contemporáneos en su mayoría han inclinado sus investigaciones a reafirmar los mitos del discurso  nacionalista. Por tanto, no estaría muy alejado el sostener que el discurso que  la Historia “de Cuba” plantea ha sido totalmente estructurado para servir a la Nación.
Con el objetivo de ir directo a la esencia del tema, prefiero dejar bien sentado que los imaginarios nacionales y los mitos imprescindibles para estructurarlos respondieron a la necesidad de la construcción de un Estado nacional.
La construcción de un Estado nacional debió enfrentar las consecuencias del surgimiento de la República, una República que nació con las particularidades propias que una Enmienda que establecía la subordinación política a un Estado extranjero con la que a su vez lesionaba naturalmente la soberanía nacional.
En correspondencia,  fue desde la Historia, la ciencia, la Literatura que sus primeros redactores partieron para acopiar los elementos que utilizaron para construir un discurso de sustentación, de reivindicación de la identidad nacional que diera a la sociedad cubana el derecho de gozar de libertad y soberanía.
Para escribir esta Historia de Cuba sus redactores rastrearon y unieron los elementos, sujetos sociales y representaciones culturales  dotados de significados culturales y étnicos así como políticos particulares que sirvieran para elaborar los imaginarios nacionales y sus mitos correspondientes.
En este proceso de estructuración de un discurso que se ajustara a las necesidades de  creación del relato nacional de la flamante República cubana, los redactores buscaron las fuentes en el pasado nacional más conspicuo políticamente por lo que no pudo ser otro que el de las guerras de Independencia.
Al tiempo, se inició la selección de episodios, de sus participantes convertidos en héroes y luego en mitos que todavía se valoran como tales, de fechas y lugares  bien determinados, que operaran  como elementos que conformaran esos imaginarios nacionales que harían falta para la redacción de una Historia Nacional y que a la vez fuera utilizable para la enseñanza a las jóvenes generaciones de la cual saldría el “moderno hombre cubano” necesario para que viviera e interactuara en el mundo civilizado con éxito.  
El Estado cubano desde su inicio en 1902 invirtió toda su influencia y poder en el sentido de componer la memoria histórica nacional imprescindible para respaldarlo. Para lograrlo, se desarrollaron iniciativas en estrecho acuerdo con las funciones estatales, más que con líneas de investigaciones socio-económicas.
Asimismo no escaparon a las influencias y presiones que ejercieron las relaciones con los Estados Unidos. Relaciones que luego de extenso período de dominación colonial exacerbaron el ingrediente nacionalista y la urgencia de un imaginario nacional  apoyado en fechas, actores, lugares y acciones seleccionadas para emplearlas como elemento de resistencia y reafirmación nacionales.
Siendo natural que estos relatos nacionales tuvieran como objetivos esenciales la reafirmación de la soberanía nacional y  estos intelectuales, historiadores o políticos, ellos encontraron en el pasado, en los hechos que la historia acopia los fundamentos básicos de la nacionalidad y de la identidad del nuevo Estado que tenían que construir.

Contaron estos intelectuales  con la anuencia del Estado en la creación de instituciones que albergaran, protegieran y marcaran el rumbo de sus estudios e investigaciones, como Academias de Historia, de Filosofía, de Letras y otras entidades de esa naturaleza.

Por ejemplo, la Junta de Superintendentes de Escuelas Públicas seleccionó en 1901 la obra de Vidal Morales “Nociones de Historia de Cuba” como texto reglamentario de enseñanza porque en sus páginas el autor había incorporado una serie de momentos y figuras importantes en las contiendas independentistas e imprescindibles para la composición del relato nacional.

También los objetivos declarados del autor tendían a dar una idea de conjunto acerca de la evolución del pueblo cubano, de su evolución en el proceso de convertirse en Nación independiente.

Es notorio que a falta de un pasado indígena, como los que cuentan otras historias nacionales latinoamericanas, la nuestra en las páginas de Vidal Morales haya exaltado e identificado con una visión eurocéntrica marcada  las acciones y situaciones, peripecias y cambios en la sociedad insular en su devenir desde la colonización hasta los primeros trece años de la República.

Tanto Vidal Morales y autores del período republicano que siguieron sus pasos en sus obras, resaltaron en sus obras la exaltación y el rescate de hombres y aspectos que lucharon contra el colonialismo español o contribuyeron a la toma de conciencia nacional. Entre ellos hallamos a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada  (1871-1939), Eladio Aguilera Rojas, Gonzalo de Quesada y Aróstegui.


Para estos y otros investigadores y estudiosos, había que hurgar en el pasado de luchas contra el colonialismo español para afirmar la solidez de la formación de una conciencia nacional cubana y como una forma de consolidar la soberanía nacional. Pensaron que al “normar” los actores destacados y las acciones relevantes del pasado mediante una Historia nacional ofrecerían cohesión y continuidad a los elementos sociales que dispersos y heterogéneos intervenían en el proceso natural de formación nacional.

Siguiendo el patrón marcado por Vidal Morales y apoyados en la erudición documental de sus obras, los historiadores y escritores republicanos reflejaron en sus historias y biografías con carácter educativo  un sentimiento patriótico y nacionalista gracias a una visión apologética de hombres y hechos.

Entonces para dar unidad y fuerza al proceso y para tomar como punto de arranque para el desarrollo de la identidad nacional denominada como “Cubanidad”, la historia se concretó en un solo hombre, un grupo social y una clase.

Vale resaltar la primacía del género masculino en los patrones del héroe en estas historias, porque realmente el papel de la mujer cubana en las contiendas por la Independencia si no fue invisibilizado de estos relatos e historias, al menos quedó minimizado a unas pocas figuras regularmente expuestas en apoyo de la acción masculina.
 
Tal manera de actuar respondía a la necesidad de sedimentar las bases de una identidad y una nación diferente a la española, y por qué no también a la norteamericana, un enfoque del asunto que propició en algún que otro momento se mantuviera una actitud en contraposición con “aquellos” con quienes estaba relacionada en los diferentes niveles político, económico y cultural por subordinación y dependencia.

No obstante la posición tomada al respecto, en cuanto a la construcción de una identidad nacional diferente y ajena a “otras influencias”, la misma contenía por fuerza hitos y referencias comunes, puesto que dada la situación de subordinación colonial y luego de ocupación estadounidense, en ambos casos lógicamente surgieron adopciones y re-acomodamientos  de usos y costumbres materiales identificables y de manifestaciones en el campo de los símbolos y de la ideología.

A sólo 24 años de instaurada al República el Presidente de turno, Gerardo Machado, general de la Guerra de Independencia además, designó a una Misión Permanente de buscar, acopiar y trasladar a Cuba todos los documentos sobre la historia colonial. La Academia de Historia presidida por el sabio polígrafo cubano Fernando Ortiz comisionó a José María Chacón y Calvo, prominente filólogo y profundo conocedor de la cultura hispana residente en Madrid de tal misión, quien la cumplió a cabalidad.

El rescate del pasado realizado por una clase intelectual cubana y claramente nacionalista mediante la evocación de una selección de hitos, hechos, fuertes personalidades, confirió una aureola de gloria y magnificación a la epopeya que asentaron y consolidaron con evidente insistencia el ideal nacional en una historiografía nacionalista, cubana y paternalista.

Una historia propia, apologética, nacional y patriótica fue manufacturada por estos historiadores, escritores e intelectuales, pero eso sí,  alejada de la historia de la antigua metrópoli y con escasas referencias a la misma, a excepción de su uso como referente contrario.

Al examinar la obra de Ramiro Guerra, historiador cuyas obras gozan de ser el referente por excelencia de toda obra historiográfica cubana, observamos que la selección del Hombre cubano representativo en el plano político tomado del grupo que lideró la gesta independentista, de los usos y costumbres reflejadas en el plano cultural, de sus acciones y resultados, todo responde a la adopción de una visión de fuerte sentimiento nacionalista en correspondencia absoluta con el ideal de la identidad nacional.


La Literatura como sostén y reafirmación del relato propuesto por la Historia.

La Literatura sirvió de acompañante a la Historia en el fin de recrear una determinada memoria histórica basada en esos héroes y de un pueblo que luchó a lo largo de todo el siglo XIX por su independencia y contra el colonialismo español.


El pasado rescatado e reinventado alcanzó a ser una necesidad para la construcción del Estado nacional, proceso en el cual la Historia se puso al servicio de la nación. Al obedecer a esta razón de Estado, la expresión literaria se volcó en afirmar los rasgos definitivos de la identidad nacional.

Estos literatos trazaron las dos tendencias predominantes al elaborar la fijación del pasado selectivo,  por un lado contribuir al fortalecimiento de la soberanía nacional y por el otro oponerla a la injerencia política, económica y cultural extranjera.

Para lograrlo era necesario hallar una representación fundamental que encerrara y encarnara el ideal del cubano con un sentido de continuidad y cohesión con ese pasado selectivo para que sirviera como único y definitivo elemento en el proceso formativo y de consolidación de los ideales nacionales.

Persiguiendo esta concepción del ideal nacional, se eliminó cualquier elemento o elementos sociales y culturales que aportaran la heterogeneidad de género, clases, grupos sociales y raciales.

Por limitar “la Cubanidad” en un proceso de ajuste preciso al ideal nacional proyectado, escogieron la figura del campesino blanco. Según Ramiro Guerra, era la figura histórica representativa de quien había protagonizado las guerras de Independencia contra España, además de constituir un producto auténtico y original del campo cubano.

Al tiempo de esta manera, era reafirmada la sentencia del Apóstol José Martí y Pérez acerca de la representación del “ser cubano” (…Más que blanco, más que negro…) Examinada desde otro punto de vista, esta elección responde al reflejo de una concepción de la criolledad arraigada en su relación con la Tierra y la virginidad del Hombre natural tan apegada a la visión antropológica con matices eurocéntricos.

Incorporaba también valores ligados a las relaciones de la cultura con el lenguaje, la formación y el trabajo agrícola con las tradiciones de siglos anteriores todas mezcladas, pero al mismo tiempo sin abandonar el diseño del ideal de hombre cubano que los primeros intelectuales criollos trazaran en fecha tan temprana como el 1791 en las primeras ediciones del Papel Periódico de La Habana. Un ideal que se revela exclusivo en su heterosexualidad, su dominio de la propiedad, la ostentación de la masculinidad, la hegemonía social sobre mujeres y esclavos.

En las novelas de la época se dibuja una imagen bucólica del campo cubano, donde el centro es el campesino blanco que se aferra a la Tierra en contraposición a la injerencia extranjera, en este caso anti estadounidense, representada en la figura del administrador del central azucarero.

Pero más acentuada dramáticamente es la interpretación de la vida republicana  presente en las novelas más representativas de la primera época republicana y donde los autores exponen sus visiones acerca de la vida nacional. Ejemplo evidente y paradigmático son las novelas de Luís Felipe Rodríguez, “Marcos Antilla. La tragedia del cañaveral” (1932) y “Ciénaga” (1937) en cuyas páginas, el campesino y el cañaveral y en la otra,  la ciénaga pantanosa e inhabitable son el reflejo de la vida nacional que se hunde por la ambición de los intereses económicos extranjeros, al tiempo que deposita en el campesino blanco la esperanza del rescate de la patria y el futuro del país.

La novela se convierte en denuncia social y política y también en un manual o guía de conducta moral y cívica, gracias a la cual el narrador, Luis Felipe Rodríguez, muestra al pueblo sus carencias, defectos y además le indica el camino para superar su sentido de transitoriedad y provisionalidad, y le anima a formar la nación.


La Nación trazada por Ramiro Guerra o por los literatos de la primera generación republicana, quienes en el rescate de lo autóctono, extraen de la tierra al guajiro y lo elevan a Representante de la Cubanidad y de la lucha y resistencia frente a Estados Unidos, frente a la enajenación y a la expropiación de las tierras.


De esta manera, la Literatura en alianza con la Historia fortalece la creación de mitos que aún y con fuerza anidan en la mentalidad del cubano de hoy, mitos como el de la unidad racial del cubano, el mito de la raza “hispana” frente al de la raza sajona, el de la cohesión de la sociedad cubana en torno al ideal de Patria y de Nación, así fuera la identificación de la primera con una figura, un hombre un ideal.

A pesar del planteamiento de  la integración, como hiciera el antropólogo Fernando Ortiz y de la otra tendencia de la exclusión u omisión, como hicieron un nutrido grupo de historiadores, se presentó una sociedad homogénea, integrada y cohesionada, cuyas raíces se hundían en las luchas contra el colonialismo español, juzgado y valorado de muy diferente manera.

En este proceso, las identidades colectivas fueron acalladas en función de una identidad nacional que lejos de ser integradora excluyó en aras de un “ideal patrio” a amplios sectores de la sociedad cubana considerados subalternos.


La transmisión de valores nacionalistas ideales a la reconstrucción socialista de la Nación.

Con la victoria de las huestes anti-batistianas en 1959, se abre un capítulo en la vida nacional cubana que todavía padecemos y ni avizoramos el preciso desenlace esperado por muchos y desatendido por otros.

Desde la asunción al Poder, denominado revolucionario, la sociedad cubana sufrió un desmontaje de sus estructuras tradicionales, tanto que usos y costumbres fueron borrados por la impronta de la acción revolucionaria y la justificación de la promesa de la construcción de una nueva vida nacional que produciría “el Hombre nuevo” necesario para defenderla.

Luego de años de tanteo ideológico, a partir del centenario del 1868, se retomó la herencia cultural del hombre de la insurrección independentista con el fin de acelerar la vuelta a un ideal en que el hombre blanco representativo de la “Cubanidad” reasumiera con fuerza el lugar que ocupaba, pero ahora, desligado de cualquier rasgo o carácter inclusivo.

Si en tiempos del inicio de la República se reafirmó el diseño de una imagen del hombre cubano blanco,  dueño de sus propiedades materiales e inmateriales, el Poder “revolucionario” proyectó el del Hombre cubano al servicio del Estado para lo cual movilizó y reutilizó los mitos nacionales que unían a la Colonia todavía con la República.

Este mismo Poder reivindicó y reasumió la tesis y la figura de Fernando Ortiz, mientras borró de un plumazo las de otros pensadores, con la finalidad de utilizar su tesis de la integración cultural de la sociedad cubana para fortalecer y consolidar la unidad en torno a los designios gubernamentales de la nueva época.

Fortalecido con la legitimidad de los mitos nacionales que todavía eran guardados en la mentalidad del cubano, el régimen comunista se centró en la defensa del nacionalismo a ultranza contrapuesto a una supuesta “agresión imperialista del Norte” y al pretendido bloqueo del gobierno estadounidense para magnificar su sentimiento de “plaza asediada” como justificación a la represión contra cualquier tendencia de oposición y como obstáculo al cambio democrático.

El falso y maniqueo nacionalismo que hoy se respira a ambos lados del Estrecho de la Florida, aupado por los mitos tradicionales y las expectativas ideales de una República que nunca fue tal, ocupa un espacio impregnado de un evidente oportunismo político para totalizar la visión de un país que a pesar de tantos esfuerzos y agonías no acaba de alcanzar la posibilidad de componer la Nación tan anhelada por generaciones enteras de cubanos.


FIN












CUBA Y LA GLOBALIZACIÓN: INTERCAMBIO INCESANTE (2)
Por Lucas Garve. 2013-08-03.
Por su posición geográfica privilegiada a la entrada del Golfo de Méjico y la cercanía a la costa sur de los EEUU gozó del intercambio mercantil desde hace siglos. El inicio de este trasiego de mercancías, alimentos, personas etc. de manera sistemática data del siglo XVIII.
En fecha temprana como 1798 el volumen de comercio entre Cuba y EEUU excedió al de Cuba con España por primera vez. Entre 1806 y 1807 el valor de las exportaciones estadounidenses se incrementó en $ 12 millones de dólares, mientras las de azúcar cubanos hacia tierras del país del Norte alcanzaron un 43 % del total de la producción isleña.
En 1850, el comercio de Cuba con el extranjero se comportaba de esta forma: el 39 % era con EEUU, el 34 % con Inglaterra, el 27 % con la metrópoli española. En cuanto a la cifra de intercambio comercial con EEUU se nota el estrechamiento de relaciones comerciales en incremento pues en 1855 fue del 42 %, en 1859 un 49 % y en 1865 el 65 % de las exportaciones de azúcares iba destinada a los EEUU.
La presencia de navíos mercantes estadounidenses provenientes de Boston, Filadelfia, Nueva Orleáns y Savannah aumentó progresivamente entre 1796 y 1856. Al examinar las cifras observamos que si en 1796 arribaron 150 barcos mercantes a puertos cubanos, en 1806 fueron 606, en 1826 unos 783, entre 1846 – 1850 subió la cifra a 1 702, y en 1856 y 1857 tocaron puertos cubanos 2 088.
Otro aporte estadounidense que resalta corresponde al aporte de innovaciones tecnológicas en cuanto a maquinaria industrial e infraestructura puesto que en 1858 habían en la Isla más de 1 800 trabajadores estadounidenses (ingenieros, mecánicos, artesanos) empleados en construcción, mantenimiento y reparaciones ferroviarias debido al desarrollo temprano del transporte de este tipo en Cuba. Número que tuvo incremento en 1859 cuando ascendió a 3 106 trabajadores.
Este proceso  en que las dos culturas convergen, interactúan, se mezclan y fusionan de manera dinámica resultó producto de la adaptación y reacomodo de costumbres, representaciones  y maneras de actuar en los cubanos en las relaciones comerciales y mercantiles entre los dos países que revelan la interdependencia económica  lograda en esa época.
El siglo XIX fue una etapa decisiva en la formación de la nacionalidad cubana y conjuntamente fue amplio el fenómeno de la emigración a los EEUU de miles de cubanos.
Emigración que incluyó a cubanos de todas clases, edades, blancos, negros y mestizos durante tres generaciones sucesivas. Mujeres y hombres que contribuyeron cada uno de muchas formas y con importancia relativa a configurar la nacionalidad en la República.
La influencia de la experiencia vital de los cubanos emigrados en EEUU dejó de ser lineal y unilateral para convertirse en un complejo proceso de negociación en los que muchos cubanos se afirmaron para sellar sus ideas de progreso y de una mejor vida ofrecida por el prometido sueño americano.
La incorporación y el establecimiento de las bases de una Modernidad cubana conscientemente comprometida en un proceso de autodefinición por la autodeterminación independentista y la transformación social fue determinada por la dimensión de la apropiación de formas por costumbres norteamericanas en adaptación a sus necesidades de establecer imaginarios, relatos de vida diferentes a los confeccionados con pautas de la sociedad colonial.
El desarrollo de la conciencia moderna nacional no solamente se trató de o consistió en una formulación política, sino que tuvieron lugar numerosas formas de asociacionismo y reacomodamiento entre las dos culturas que sirvieran para los objetivos cubanos de una Cuba libre.
Esta búsqueda de nuevas vías y posteriores nuevas articulaciones de las relaciones de poder implicaron necesidades de idear posibilidades diferentes hasta el momento para encarar el nuevo futuro.
En el siglo XIX, las costumbres estadounidenses se expandieron por toda Cuba y dejaron huella en la vida diaria y en las relaciones sociales. Las esferas religiosa (protestantismo), deportes (boxeo, béisbol, gimnasia, natación, etc.), en la música y en el lenguaje producto de grupos subalternos a la estructura colonial imperante, en la tecnología (introducción de maquinaria, montaje y explotación industrial), desarrollo del comercio de exportación e importación, mientras el establecimiento de grupos urbanos de emigrados importantes por su número y por el desarrollo de sus relaciones sociales en Tampa en Florida y en Nueva York y su posterior regreso a la Isla aportó el trasvase de formas de vida, de acciones y pensamiento a la población cubana y su reflejo en la sociedad de la época.
La proposición de una identidad nacional formada por una sola cantera, que no es fija, ni inmutable, ni funciona como un aparato artificial es revisada y re-examinada según las representaciones de las contradicciones e incoherencias propias del flujo de intercambio.
De aquí que la expresión nacional se halle en un contexto histórico contingente, normas de sociabilización, modalidades de comunicación pública y de lenguaje formaron un canon de estilo y auto-representación religiosa, de recreación de formas de vida diaria y conducta social.
La población de cubanos nacidos en EEUU entre 1846 y 1862 pasaron de 1 260 a 2 500. El cónsul Richard Madden se asombró cómo en una región como Cárdenas y Matanzas se nota más el carácter y rasgos estadounidenses en la vida diaria que los impuestos por la hegemonía colonial española, una prueba de la influencia de los cubanos que mantenían vivas costumbres y modos de diseñar vida y espacio urbano según normas adquiridas en sus estancias en el país norteño.
A mediados del siglo XIX en las ciudades mencionadas era muy común la presencia de estadounidenses en las calles y de numerosos barcos norteamericanos. También en las zonas mineras de Holguín y Gibara era notable la presencia de estadounidenses implicados en actividades industriales.
Destacable y muy relegada por la historiografía cubana es la influencia en la sociedad cubana de formas de pensamiento y de tendencias adquiridas en los EEUU por las cubanas exiliadas en la esfera de las relaciones sociales y políticas.
Las tendencias y representaciones del feminismo que habían ganado terreno en núcleos urbanos importantes en el país del Norte tuvieron su eco en la isla a través del desempeño de las mujeres cubanas  sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX.
En apoyo a la independencia cubana, las exiliadas,  en cantidad por lo menos 1 500 mujeres, crearon unos 45 clubes femeninos para cohesionar el esfuerzo femenino en favor de las tareas independentistas. En medio de estas acciones, mujeres cubanas reclamaron en 1890 el sufragio universal y el derecho al voto con la progresiva emancipación de la mujer retomando la demanda en el mismo sentido efectuada por la patriota Ana Betancourt en la Asamblea de Guáimaro. En 1897, Edelmira Guerra de Dauval, miembro de un Club patriótico pidió la igualdad de derechos de la Mujer.
Años más tarde, la labor precursora de María Luisa Dolz, luego de su regreso a Cuba,  contribuyó decisivamente al establecimiento de un Colegio dedicado a la formación de la Mujer que sirvió para difundir  formas y costumbres adoptadas en EEUU que propiciaron una ruptura de los roles de género en la sociedad cubana de la época pues muchas mujeres se dedicaron a buscar el sostén económico fuera del hogar sin abandonar su rol de transmisora de normas y  maneras de ocupar un espacio en el escenario público.

CUBA Y LA GLOBALIZACIÓN. POR LUCAS GARVE, 2013-08-02.
Los inicios del proceso de globalización hay que buscarlos a finales del siglo XV. Cristóbal Colón arribó a las costas de nuestro hemisferio occidental en 1492 y sin saberlo contribuyó no sólo a demostrar la redondez del planeta, sino también a acercarlo un poco a la escala humana.
Los procesos de conquista y colonización de los territorios adonde el Descubridor llegó con todo el empuje vital del Hombre del Renacimiento dieron al traste con civilizaciones establecidas y desarrolladas en estas tierras americanas. Pero al mismo tiempo, comenzó el intercambio humano, vegetal y animal más grande que ha conocido la Humanidad.
De esta manera, el intenso tráfico entre los territorios del hemisferio occidental y Europa, debido a la explotación de minerales, alimentos, hombres y animales acercaron definitivamente las poblaciones de ambos lados del océano.
En este proceso el intercambio produjo un resultado novedoso para la especie humana  como  es el mestizaje y la reproducción de especies del mundo vegetal en condiciones geomorfológicas diferentes con la correspondiente alteración de sus normas originales.
Al mismo tiempo, la cargazón de materias primas, riquezas y alimentos que nutrió a una Europa sedienta de nuevos sabores y mejores abrigos, de materiales suntuosos y de conocimiento de parajes exóticos hasta entonces prohibidos incluso de imaginarlos hizo naufragar en el horizonte lejano cualquier recuerdo de los siete pecados capitales.
En los puertos europeos desembarcan el chocolate, la papa, el maíz, la quina, la plata, el oro y la sífilis en cantidades inimaginables hasta entonces, mientras en la recién bautizada América llegan el caballo, el perro, la rueda, armas de fuego, la rueda y la varicela junto con la peste y la viruela.
Más toda esta monumental campaña entre los dos hemisferios no se realizó sin el apoyo decisivo de la tecnología que había dado un paso de avance muy importante para la época y gracias a los cuales fue posible alcanzar las metas anheladas por el espíritu y el cuerpo humano del Hombre renacentista.
El astrolabio, la vela en triángulo, el desarrollo de los astilleros y el avance en el diseño de barcos mayores junto al conocimiento de las corrientes marinas  también se conjuntaron para hacer posible la titánica empresa de trasladar hacia el Occidente los hombres y los vehículos que harían posible la puesta en explotación de poblaciones enteras y de tierras nuevas como principal contribución al reforzamiento del desarrollo industrial  y al nacimiento del capitalismo europeo.
En medio de toda esta barahúnda de dimensión inmensa, se sitúa por obra y suerte de su situación geográfica la isla de Cuba, una de las primeras tierras a las que el Descubridor  pisó en su primer viaje.
Posición geográfica que la privilegió aunado al hecho de la existencia de una configuración geomorfológica de sus costas adecuada para resguardar las Flotas que transportaron hacia el Este las riquezas que el incipiente capitalismo europeo necesitaba para su expansión y poderío. Los imperios de la época ansiosos de posesiones y riquezas extendieron hacia los mares  sus fronteras territoriales y las tierras más allá del horizonte físico.
Por consecuencia, los puertos cubanos de La Habana, Matanzas, Trinidad, Cienfuegos, Santiago de Cuba consiguieron establecer líneas de comunicación directas con sus iguales en el continente europeo y posibilitar el trasiego de gentes, mercancías, plantas,  animales domésticos, objetos suntuosos.